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Geopolítica

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Paso del Darién: ¿por qué cada vez más migrantes se juegan la vida por esta ruta para llegar a EU?

En las últimas semanas, gran parte del debate sobre la inmigración ilegal a Estados Unidos se ha centrado en el sur, en el Paso del Darién. Esta traicionera ruta, que atraviesa partes de Centroamérica y Sudamérica, ha sido testigo de un creciente número de personas que intentan pasar para solicitar asilo en Estados Unidos.

En las últimas semanas, gran parte del debate sobre la inmigración ilegal a Estados Unidos se ha centrado en el sur, en el Paso del Darién. Esta traicionera ruta, que atraviesa partes de Centroamérica y Sudamérica, ha sido testigo de un creciente número de personas que intentan pasar para solicitar asilo en Estados Unidos.

El Tapón del Darién es un tramo de selva densamente arbolada que atraviesa el norte de Colombia y el sur de Panamá. El terreno, de unos 97 kilómetros de ancho, es fangoso, húmedo e inestable. En esta zona no hay carreteras asfaltadas. A pesar de ello, se ha convertido en una importante ruta para la migración humana mundial.

Dependiendo de cuánto puedan pagar, la gente debe caminar entre cuatro y diez días subiendo y bajando montañas, cruzando ríos caudalosos y atravesando el barro, cargando con todo lo que tienen –y a menudo con niños demasiado pequeños para caminar– para conseguir atravesar el paso. Los que lo consiguen toman autobuses que atraviesan la mayor parte de Centroamérica y se dirigen al norte, a través de México, hasta la zona fronteriza con Estados Unidos.

El servicio de telefonía móvil se interrumpe una vez que la gente entra en la densa selva; los migrantes dependen de los “guías” pagados y de otros migrantes para poder pasar.

En la década anterior a 2021, diez mil personas al año tomaron esta ruta en su camino hacia el norte para buscar residencia en Estados Unidos y Canadá. En 2023, más de medio millón de personas transitaron por esta parte del istmo de Panamá.

¿Por qué es tan peligroso?

La ruta, y en realidad toda la trayectoria que siguen las personas cuando migran de Sudamérica a Norteamérica, está controlada por organizaciones criminales que ganan millones, si no miles de millones de dólares, anualmente en la economía de la migración humana.

Es imposible cruzar esta franja de tierra sin la ayuda de un contrabandista, o guía, porque las organizaciones criminales que controlan el territorio exigen un pago por el paso.

Sin embargo, el pago no garantiza un paso seguro. A veces, las mismas personas a las que se paga para facilitar el viaje extorsionan a los migrantes para obtener más dinero. También hay informes de grupos armados que tienden emboscadas a quienes están en tránsito para apoderarse de sus pertenencias y robarles el dinero que puedan tener guardado y cosido en las costuras de la ropa.

La extorsión y el secuestro son habituales. Médicos Sin Fronteras ha informado recientemente de un aumento de los casos de agresión sexual masiva en los que cientos de personas han sido capturadas, agredidas y violadas, a menudo delante de sus familiares. En diciembre de 2023, una persona fue agredida sexualmente cada 3½ horas durante la travesía.

La naturaleza extrema de la selva pantanosa también hace que el viaje sea peligroso.

Los caminos pueden estar muy embarrados, sobre todo en época de lluvias. En los tramos montañosos, a menudo es necesario trepar por rocas escarpadas o agarrarse a una cuerda para no resbalar y caer por un precipicio.

El Proyecto Migrantes Desaparecidos reportó 141 muertes conocidas en el Tapón del Darién en 2023, que es probablemente una fracción del número real debido a la complejidad de los recuentos y la recuperación de los cuerpos.

Muchas de las personas que entrevisté y que habían hecho el viaje vieron cuerpos a lo largo del camino cubiertos de barro, probablemente como resultado de resbalones o caídas que les causaron la muerte. Otros emigrantes dejaban marcas cerca de los cadáveres, como trozos de tela atados a un árbol, y hacían fotos de los muertos con la esperanza de que estas pruebas pudieran ayudar algún día a recuperarlos.

Los ríos también son peligrosos. Las crecidas repentinas y los rápidos hacen que muchas personas sean arrastradas y se ahoguen en las aguas fangosas. Las contusiones, cortes, mordeduras de animales y fracturas son frecuentes. La elevada humedad y el calor diario, combinados con la falta de agua potable, hacen que muchos enfermen con síntomas de deshidratación grave.

Las enfermedades transmitidas por vectores, por el agua y por hongos son también bastante comunes.

¿Qué hay detrás del reciente aumento de cruces?

La violencia, la inseguridad y la inestabilidad en sus países de origen hacen que muchas personas se desplacen. Pueden trasladarse a otro lugar de su región. Pero cuando el nivel de violencia e inseguridad es similar en todo el país, siguen desplazándose para encontrar un lugar más seguro donde vivir.

Las opciones de inmigración legalmente permitida son cada vez más limitadas para quienes viven en países de renta baja. Por ejemplo, cuando los gobiernos aplican restricciones a los visados de viaje para determinadas nacionalidades, ello repercute en las opciones de desplazamiento de los habitantes de ese país.

En 2021, presionado por Estados Unidos, México empezó a exigir visados de viaje a los venezolanos que viajaban a México. Esto significaba que los venezolanos que esperaban solicitar asilo en Estados Unidos ya no podían volar primero a México como turistas y luego presentarse en la frontera ante un agente del Servicio de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos para expresar su temor a regresar a su país de origen.

Los venezolanos tuvieron que buscar otra ruta para desplazarse, y para muchos esa vía fue y sigue siendo el tránsito irregular por el Tapón del Darién sin documentos de viaje.

¿Quién está haciendo el viaje?

En 2023, de las 520 085 personas que se desplazaron por la región, los venezolanos representaban más de la mitad, con 328 650. Pero el total también incluía a 56 422 haitianos, 25 565 chinos, 4 267 afganos, 2 252 nepalíes, 1 636 cameruneses y 1 124 angoleños.

La migración humana en América es un fenómeno mundial. También es cada vez más diversa en cuanto a género y edad, como muestran las cifras del gobierno panameño. Los hombres adultos constituían algo más de la mitad de las personas que se desplazaban a través del Tapón del Darién en 2023, y las mujeres adultas representaban el 26 %.

Los menores de 18 años constituían el 20 % de los que cruzaban, y la mitad de ellos eran menores de 5 años. Los padres pueden cargar con los niños durante largos tramos del viaje, o los niños pueden tener que caminar aunque estén cansados. El estrés y el cansancio aumentan la probabilidad de lesiones durante el trayecto.

¿Cómo han respondido las autoridades?

Las restricciones a los visados de viaje de muchos gobiernos no han hecho sino empujar a más gente a intentar esta peligrosa ruta. Los gobiernos también se han mostrado tibios ante la presencia de grupos humanitarios que ayudan a los migrantes en tránsito. El 7 de marzo de 2024, Médicos Sin Fronteras informó de que el gobierno panameño ya no permitiría a la organización prestar apoyo médico a las personas en tránsito por el Tapón del Darién. Esta reducción del acceso a la asistencia sanitaria significará sin duda un paso más peligroso.

En mayo de 2022, los países americanos anunciaron conjuntamente la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección para mejorar la coordinación regional en la gestión de la migración.

A través de ella, el gobierno de EE.UU. implementó una serie de nuevos programas legales para trasladarse a EE.UU. y oficinas de procesamiento de solicitudes en países sudamericanos y centroamericanos que brindan a las personas la oportunidad de solicitar el reasentamiento de refugiados, la libertad condicional humanitaria y la reunificación familiar en EE.UU., y de tramitar los visados mientras esperan en el extranjero.

Pero estos programas no están disponibles para personas de todas las nacionalidades. Y algunos de los programas también exigen documentos oficiales como pasaportes, un requisito que excluye a muchos de los que se abren paso a través del Paso de Darién.

Sara McKinnon, Professor of Rhetoric, Politics & Culture, University of Wisconsin-Madison

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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