Lectura 5:00 min
¿Se avecina un renacimiento japonés inminente?
Japón aún tiene que experimentar un terremoto social y político en el siglo XXI y las placas tectónicas de la geopolítica japonesas actualmente se están moviendo muy rápido.
De acuerdo con las estimaciones de la los análisis geopolíticos de Stratfor, Japón aún tiene que experimentar un terremoto social y político en el siglo XXI, según quienes han definido la historia japonesa moderna, desde la Restauración Meiji de 1868 hasta la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial en 1945. Pero las placas tectónicas de la geopolítica japonesas actualmente se están moviendo muy rápido.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunció una resolución el martes que permitirá al gobierno dejar de lado la prohibición constitucional de Japón desde hace 60 años para la manutención de las fuerzas armadas y, así, detener la guerra, con lo que se sientan las bases legales para el resurgimiento del poder militar japonés que, en la práctica, ya está en marcha.
Hace una semana, Abe esbozó un conjunto de reformas económicas estructurales para que su gobierno logre reactivar la tierra a largo plazo, lo que daría poder económico a Japón. Estos hechos, vistos en un contexto de renovado acercamiento diplomático al sudeste de Asia, Corea del Norte, India, Rusia, el Medio Oriente y África, en los dos años transcurridos desde que el Partido Liberal Democrático de Abe recuperó el poder en el 2012, sugieren que Japón está empezando a funcionar de manera diferente en casa y en el extranjero.
Según Stratfor, después de décadas de introversión política relativa, Tokio parece estar entrando en una fase más extrovertida; parece estar preparándose para el renacimiento de la influencia internacional japonesa a través de una renovación del poder económico, militar y político del país. La cuestión pendiente aquí es si un avivamiento puede lograrse desde el orden actual, es decir, las bases sociales, políticas y económicas posteriores a la Segunda Guerra. Esa estructura se basaba en las fuerzas estabilizadoras del Partido Liberal Democrático, el Keiretsu (grandes conglomerados industriales y financieros con vínculos estrechos, tanto formales como informales, para el gobierno) y la postura pacifista de Japón hacia la seguridad de Estados Unidos. Como en el pasado, sin embargo, si Japón cambia su rumbo geopolítico podría necesitar una ruptura con el viejo orden.
Es imposible decir qué es exactamente lo que podría ocasionar un quiebre. También es imposible decir si tal rompimiento se manifestaría, como antes, en una erupción repentina de la sociedad japonesa y la política, como los terremotos de Meiji y otros periodos.
No obstante, todas las esferas de la geopolítica japonesa política, economía y asuntos militares muestran signos de tensión que tendrán que ser abordados antes de que Japón logre el resurgimiento que busca. En política, la extraña cohesión política y el impulso que rodean a Abe y al retorno del Partido Demócrata Liberal al poder en el 2012 desmienten que el paisaje político interno resulte más fracturado e incierto. Los partidos regionalistas de derecha que aparecieron en el 2011 y a principios del 2012 se han desvanecido, pero es probable que vuelvan. Incluso podrían regresar con una venganza y, probablemente, con una cara distinta al actual apoyo a los liberales demócratas.
Según Stratfor, económicamente Japón enfrenta dos retos a corto y largo plazos. El más notable de ellos es la disminución demográfica, lo que plantea el mayor obstáculo estructural interno en la revitalización nacional de Japón.
Militarmente, Japón se encuentra todavía en una posición bastante segura y estratégicamente ventajosa. La expansión militar de China con necesidades similares a las que tenía a Japón en la primera mitad del siglo XX lleva consigo riesgos potenciales a largo plazo para la seguridad de Japón y sus intereses territoriales. Pero a corto plazo, la agresión china en los mares del sur y el este de China resulta menos amenazante para los intereses japoneses, ya que buscan poner fin a décadas de malestar económico y estancamiento político. Tokio tiene una oportunidad de reinventar su papel dentro de Asia Oriental, no ser simplemente un subordinado de Estados Unidos, sino un socio cada vez más autónomo de Washington.
Así pues, reinterpretar la Constitución pacifista del país permitiría a Japón desplegar de forma más flexible sus fuerzas en situaciones en que su territorio no esté directamente amenazado. Éste es un esfuerzo para comenzar a aclimatarse al mundo para los japoneses.
Stratfor indica que no está claro hasta qué punto Japón busca reconstruir a sus fuerzas armadas.Hasta cierto punto, la respuesta a esta cuestión dependerá de lo que ocurra en la vida política y económica japonesa en las próximas décadas, en especial respecto del descenso demográfico, así como de factores externos, tales como la modernización militar de China.