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Geopolítica

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Suprema Corte mete freno a plan energético de Obama

La Corte Suprema dejó en claro su postura en el centro mismo de la política sobre el calentamiento global del presidente Obama: el plan de energía limpia.

Mientras Washington estaba atento a los resultados de las primarias de New Hampshire, la Corte Suprema dejó caer una bomba, un obstáculo en el centro mismo de la política sobre el calentamiento global del presidente Obama: el plan de energía limpia. Esto, inevitablemente, despertará la especulación de si los cinco jueces conservadores están destinados a mantener el programa en litigio hasta que el señor Obama esté fuera de la oficina; pero hay interpretaciones más benéficas. Lo que no sería tan comprensible es si el tribunal finalmente arrancara de raíz el plan.

Técnicamente, quienes desafían la ley necesitaban mostrar una probabilidad de éxito sobre los méritos para garantizar la suspensión. Ellos no convencieron al tribunal federal de que merecían una. Sin embargo, en una decisión de cinco a cuatro, la Corte Suprema tomó la medida extraordinaria de hacer caso omiso de este llamado. Es difícil adivinar el pensamiento de los jueces, pero hay varias razones, más allá del partidismo puro que podrían haberlos motivado. La mitad de los estados están desafiando el plan de energía limpia; los jueces pueden haber considerado que este amplio conjunto de estados merecía un poco de respeto y reconocimiento.

O pueden estar todavía recuperándose de una decisión que tomaron la temporada pasada, en la que abatieron una regla de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés), sólo para escuchar a los ambientalistas jactarse de que las empresas habían cumplido en gran medida con la regla antes de que la decisión se viniera abajo. Ésta puede ser la manera de los jueces de evidenciar que la EPA no debe esperar a que esto ocurra de nuevo.

Dicho todo esto, los detractores del plan de energía limpia no tienen un caso tan fuerte como parece sugerir la notable acción de la corte. Se basan en gran medida en la idea de que el gobierno de Obama debe ser excluido del uso de una herramienta poderosa como la Ley de Aire Limpio para establecer las normas de emisiones en las centrales eléctricas, aunque no es la herramienta más apropiada para la tarea. También condenan la forma en que la EPA usaría ese poder normativo, insistiendo en que la agencia considera las instalaciones individualmente en lugar de los sistemas de energía del Estado en su conjunto, lo que haría a la ley mucho más cara o mucho menos potente. Si los detractores mantienen los motivos que proponen, la Corte Suprema puede decretar que la EPA tenga el poder de regular los gases de efecto invernadero pero no de manera efectiva.

La suspensión tendrá efectos políticos. La EPA no será capaz de hacer nada más que cooperar con los estados que busquen voluntariamente reducir los gases de efecto invernadero para prepararse para la eventual implementación del plan de energía limpia. El periodo de tiempo para su cumplimiento es a largo plazo, pero los estados y las empresas de servicios públicos ya deberían estar trabajando, ya que la inversión en servicios eléctricos y la planificación requiere tiempo.

Esto también debe despertar al Congreso. Las cuestiones legales del plan de energía limpia se derivan del hecho de que la Ley de Aire Limpio tiene décadas de antigüedad y no fue decretada para hacer frente al desafío único que plantean las emisiones de gases de invernadero.

Todavía hay un buen motivo para la aplicación de la ley, ya que fue construida para funcionar como un poderoso control sobre una amplia gama de emisiones. Sin embargo, los legisladores podrían proponer una estrategia climática a la vez más eficaz y menos costosa. Se llama impuesto sobre el carbono, y, si está bien diseñado, podría hacer discutibles todas estas disputas legales.

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