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Geopolítica

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Tecnología rusa para Pyongyang

Diseños soviéticos están reapareciendo, uno tras otro, en misiles norcoreanos sorprendentemente sofisticados.

Uno de los últimos misiles marítimos de la Armada norcoreana es muy similar al R-27 Zyb ruso.

Unos meses después del colapso de la Unión Soviética, a principios de los años 90, un grupo de inversores estadounidenses y científicos rusos llegó a un acuerdo para comercializar una de las joyas de la corona del arsenal estratégico de Moscú: toda una familia de misiles diseñados para lanzarse desde submarinos.

A la venta se encontraban poderosos misiles llamados Calm y Ripple, que fueron originalmente construidos para lanzar cabezas nucleares al espacio desde una barcaza o un tubo submarino. También ofrecían un nuevo modelo llamado Surf, que se podía lanzar desde el costado de un barco y disparar directamente desde el agua.

La idea detrás del negocio, según escribió uno de sus socios a principios de 1993, era vincular a las compañías de satélites de Estados Unidos con un importante laboratorio de armas ruso para “convertir misiles submarinos potencialmente amenazantes en pacíficos impulsores del espacio”.

No obstante, como los estadounidenses enseguida enfrentaron una serie de barreras legales y burocráticas que impidieron desarrollar el emprendimiento, los rusos avanzaron las negociaciones con un nuevo socio dispuesto a pagar efectivo por la tecnología militar soviética: Corea del Norte.

Más de dos décadas después, algunos de los diseños soviéticos están reapareciendo, uno tras otro, en misiles sorprendentemente sofisticados que han desarrollado los norcoreanos en los últimos dos años. Sin ninguna otra explicación detrás del progreso sin precedentes de la capacidad militar del régimen comunista, documentos adquiridos de la Oficina de Diseño de Cohetes Makeyev ofrecen nuevas pistas sobre los posibles orígenes de los avances técnicos manifestados en los últimos misiles del país y que a primera vista parecen haber llegado de la nada.

“La pregunta que se ha planteado desde hace mucho tiempo es: ¿Corea del Norte obtuvo esta tecnología de una venta de armas (rusa)?”, preguntó David Wright, experto en misiles de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Preocupados). “¿Recibieron los planos hace años y ahora están en el punto donde pueden construir estas cosas?”.

Los documentos de la Oficina de Diseño de Cohetes Makeyev a los que obtuvo acceso el Post incluyen folletos de marketing para una serie de misiles soviéticos de primera línea que fueron capaces de castigar con ojivas nucleares a las ciudades estadounidenses. La evidencia de que los diseños terminaron finalmente en Corea del Norte es, en parte, circunstancial.

Por un lado, en 1993, con el proyecto ruso-estadounidense ya en marcha, más de 60 científicos de misiles rusos y familiares de la instalación de Makeyev fueron arrestados en el Aeropuerto Internacional Sheremetyevo de Moscú mientras se preparaban para viajar a Pyongyang para trabajar como consultores.

No obstante, funcionarios de inteligencia estadounidenses, rusos y surcoreanos concluyeron más tarde que algunos de los científicos lograron finalmente viajar a Corea del Norte para ofrecer planos y asesoramiento técnico para el programa de misiles del país.

Por otro lado, otro punto de congruencia es convincente pero meramente observacional: la similitud entre los diseños soviéticos de Makeyev y las armas norcoreanas desarrolladas en los últimos años.

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