En la Ciudad de México y el centro del país, aunque la cobertura del eclipse fue parcial, también se percibió el descenso de la luz y de la temperatura. Las redes sociales se inundaron de fotografías de proyecciones sobre el suelo de pequeñas lunas filtradas sobre el follaje de los árboles.
El atípico comportamiento de los animales también se percibió en esta región el país, donde solamente fue perceptible un 75% del fenómeno. Al menos esto es lo que comenta Rosa Isela, una maestra jubilada habitante de Ecatepec, en el Estado de México.
“Cuando la Luna empezó a cubrir el Sol, noté un cambio en mis gatitos. El Chamaco, uno cafecito que vive en el patio andaba raro, como decaído, como tímido. La Nina, que es otra que tengo adentro de la casa, empezó a llorar, como confundida, y cuando la luz comenzó a bajar, se fue a esconder detrás de la vitrina. Ahorita ambos ya volvieron a la normalidad. Fue muy curioso mirar su comportamiento”, declaró.
Este fenómeno le hizo recordar aquel eclipse de 1991, cuando, relata pudo presenciar desde el patio de su casa, cuando aún era muy joven, cómo cuando la luna comenzó a ceder ante el Sol, vio lo que parecía como un anillo con un hermoso diamante brillando en un extremo.
“Sentí mucha emoción, aunque trataba de no mirar mucho tiempo. Usé una careta de soldador que tiene mi pareja. Pero sentí que tenía que meditar, que tenía que pedir por el universo, por nosotros”.