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Cómo armar una estrategia de salida de un activo

Inversionistas ponen mayor atención en identificar los mejores puntos de entrada para una posición, pero es fundamenta tener en cuenta que la estrategia de salida puede ser tan importante o incluso más que la inicial.

Habitualmente, los inversionistas tienden a poner la mayor parte de su atención en identificar los mejores puntos de entrada para una posición, lo que es importante en cuanto a las implicaciones que puede tener sobre el retorno obtenido en la transacción. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que la estrategia de salida puede ser tan importante o incluso más aún.

Esto se deba a que tiene una doble función: determina las ganancias o pérdidas que se obtienen de la operación, y sirve para controlar y administrar los riesgos a los que está expuesto el portafolio en determinado momento. Por eso, no tenerla en cuenta puede ser un error más grave que las falencias a la hora de adquirir un activo.

Pero no puede separarse la estrategia de salida de los motivos que llevaron a entrar a una determinada transacción. Ya sea que un inversionista opere en base a variables fundamentales, gráficos de precios o una combinación de ambos, el cierre de la posición tiene que estar en concordancia con los motivos por los cuales se llegó a ella.

Un punto central a tener en cuenta es la importancia de definir de antemano – mejor incluso si es por escrito – cuáles son los factores que podrían ameritar la venta. Es importante definir un curso de acción en caso de que los precios se muevan en contra del operador, dado que esta es la clase de situación en la cual suelen cometerse los errores más graves y costosos.

Diferentes estudios académicos han demostrado que una posición perdedora tiende a generar aumentos en los niveles de estrés y ansiedad del inversionista, lo que afecta su capacidad de toma de decisiones y, por lo tanto, suele ser perjudicial a la hora de gestionar el momento de salida. Por eso, hay que definirlo de manera anticipada y antes de entrar a la posición sabiendo cuándo se la abandonará.

En el caso de las estrategias de trading a corto plazo, un primer aspecto de vital valor consiste en limitar las pérdidas a las que se expone el portafolio. Las órdenes de stop loss funcionan para asegurarse de que ninguna caída va a generarnos un costo demasiado elevado en función del monto de capital disponible y de su política de gestión de riesgos.

También es importante diagramar un plan de acción en caso de un escenario positivo, ya que muchos inversionistas tienden a quedarse paralizados sin saber qué hacer cuando los precios se mueven a favor: ¿dejar correr las ganancias o asegurarlas cerrando la posición?

En estos casos no necesariamente debe tomarse una decisión sobre el 100% de la posición en un mismo sentido. Hoy en día las plataformas online de trading tienen costos muy bajos, lo que implica que el impacto del costo de la transacción sobre la rentabilidad suele ser bastante moderado. Por eso, se puede reducir de a poco la tenencia para ir tomando ganancias a medida que los precios se mueven a su favor.

Incluso, pueden utilizarse combinaciones de estrategias a la hora de cerrar la transacción. Por ejemplo, puede venderse la mitad en caso de que la cotización suba hasta determinado nivel y, al mismo tiempo, ajustar al alza la orden de stop loss sobre el 50% restante.

De esta manera, se estará tomando parte de las ganancias al nivel actual y, también, se limitarán los efectos nocivos que podría tener una posible reversión en la tendencia de precios.

Para el caso de los inversionistas a largo plazo, las decisiones de salida en muchos casos pueden ser un poco más complejas, debido a que estas operaciones se planean con objetivos más extendidos en el tiempo y se opera sin apalancamiento para sostenerla. En estos casos, conviene aumentar el tamaño de la posición comprando frente a una caída de la cotización en lugar de vender.

Si la acción está subvaluada, ¿cuánto debería valer? Esta pregunta ayuda a identificar niveles en los que podría ser conveniente comenzar a tomar ganancias dado que el potencial remanente de revalorización no es tan alto como en el momento de compra.

Si no hubiera tomado esta posición, ¿la compraría actualmente? Cuando la situación no es muy clara y el inversionista no se encuentra del todo convencido al respecto, muchas veces puede ser mejor tomar las pérdidas e invertir ese dinero en una oportunidad más atractiva.

En definitiva, la decisión de salida siempre va a estar en función de la filosofía del operador y de los motivos de la adquisición. Sin embargo, vale la pena recalcar la importancia de tener un plan claro y definido para salir de las posiciones, tanto en caso de operaciones ganadoras o perdedoras.

fondos@eleconomista.com.mx

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