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Seleccionar acciones dependiendo de los estilos de inversión

Conocer las características de cada uno de los estilos de inversión puede ser muy ilustrativo a la hora de tomar decisiones en el mercado accionario.

Los estilos de inversión no son categorías puras y bien definidas. Es decir, existen muchas zonas grises y puntos en común entre los diferentes estilos. Más allá de esto, tener en cuenta las diferentes estrategias de selección de activos y los principales aspectos en cada caso puede ser muy ilustrativo a la hora de tomar decisiones.

Los inversionistas de valor tienden a prestar especial atención a la valuación del activo: la idea es comprar compañías cotizando a precios que estén por debajo de su valor fundamental. Para esto, se estima uno objetivo para las acciones en base a consideraciones como los flujos de caja y dividendos de la firma. Una vez que se ha establecido, se compran las acciones cuando el precio esté por debajo del valor fundamental estimado.

Muchas veces, los inversionistas de valor suelen posicionarse en empresas o sectores que el resto del mercado tiende a evitar. Una compañía atravesando problemas o un país pasando por dificultades económicas suelen ser campo fértil para identificar oportunidades en activos subvaluados.

Los inversionistas de este tipo trabajan generalmente a largo plazo, ya que resulta fundamental en esta estrategia contar con el tiempo suficiente para que el mercado reconozca la subvaluación del activo, de forma tal que el precio converja hacia el valor fundamental del mismo.

Los inversionistas de crecimiento, por otro lado, no están demasiado preocupados por la valuación de las acciones. De hecho, habitualmente pagan valuaciones considerablemente superiores al promedio del mercado para posicionarse en activos con un potencial de crecimiento especialmente atractivo.

Estos suelen actuar principalmente en sectores como tecnología, biotecnología y consumo, áreas de la economía que presentan oportunidades de crecimiento por encima de la media. El foco está puesto en la evolución de las ventas de la empresa por encima de las ganancias; lo importante es que la compañía capitalice su potencial para ganar mercados en una industria atractiva. La rentabilidad del negocio ocupa muchas veces un lugar secundario en comparación con las oportunidades de crecimiento.

Las inversiones de crecimiento generalmente se realizan con una mirada de largo plazo, aunque ajustando las posiciones en función de los fundamentals de cada sector. Una nueva tecnología disruptiva o un producto ganador en un segmento, pueden modificar rápidamente la relación de fuerzas en una industria de alto crecimiento, y los inversores en estos negocios están permanentemente atentos para reaccionar ante esta posibilidad.

Los inversionistas de calidad centran su atención en la capacidad de la empresa para sostener ganancias y flujos de caja crecientes en el tiempo. Generalmente, invierten en empresas de gran tamaño, con un alto grado de diversificación internacional y una trayectoria de éxito probada a través de los años.

La clave para estos es posicionarse en empresas con ventajas competitivas sólidas y duraderas, es decir, negocios que garanticen con la mayor claridad posible su capacidad para defenderse de la competencia y sostener sus resultados en el tiempo. Habitualmente se busca predictibilidad y seguridad por sobre consideraciones como crecimiento y valuación.

En muchos casos, las empresas de alta calidad suelen diferenciarse por contar con políticas bien establecidas de pagos de dividendos y recompras de acciones. Al tratarse de negocios maduros con sólidos niveles de rentabilidad, generan amplios flujos de caja, lo cual les permite aplicar generosas políticas de distribución de capital a los accionistas.

Los inversionistas de alta calidad están netamente enfocados en el largo plazo, en ocasiones manteniendo sus posiciones durante décadas. De hecho, dentro de esta filosofía de inversión, las acciones pueden mantenerse en el portafolio por tiempo indeterminado: mientras los fundamentos de la empresa no se deterioren, no existe motivo para vender.

Las inversiones de momentum consisten en posicionarse siempre del lado correcto de la tendencia, ya sea en cuanto a la performance fundamental de las empresas como a la evolución de sus precios.

Un inversionistas de momentum busca acciones que estén reportando resultados alentadores, que cuenten con una mirada favorable por parte de los analistas de Wall Street y cuyos precios estén reaccionando al alza y reflejando este optimismo. En general, existe considerable amplitud en cuanto a los sectores a considerar, ya que la clave es detectar los sectores más calientes y demandados del mercado, para lo cual la flexibilidad es una ventaja importante.

Estos aplican un horizonte temporal de corto y mediano plazo, ya que por la propia naturaleza de la estrategia, es necesario estar dispuestos a comprar y vender en función de la performance que estén demostrando diferentes activos.

En alguna medida, las inversiones de momentum implican una filosofía más relacionada con la observación que con la planificación y el análisis. Es importante detectar cuáles son los activos con mayor fuerza en el período presente, sin poner demasiada atención en el porqué de dicha performance o si la misma será sustentable en el tiempo.

Estas estrategias de inversión no solo son útiles en términos de aplicar una o la otra. Para cada activo, existen variables como su valuación, potencial de crecimiento, calidad y momentum. Por lo tanto, es importante tener en cuenta las diferentes dimensiones de análisis a la hora de evaluar una inversión en forma completa.

fondos@eleconomista.com.mx

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