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Opinión

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50 años después, The Dark Side of the Moon sigue brillando 

50 años después de su lanzamiento The Dark Side of the Moon de Pink Floyd es uno de los álbumes de concepto por excelencia. Es el cliché del rock de alto concepto. Un disco que, como un rito de iniciación, ha iluminado a millones de adolescentes trasnochados a lo largo de medio siglo en busca de una epifanía para encontrar respuestas filosóficas sobre la vida, el tiempo, el dinero, la locura y nuestra propia humanidad. Es el disco que más tiempo ha estado en las listas de Billboard, con una estancia de más de 1,000 semanas, desde su lanzamiento el 1 de marzo de 1973. The Dark Side of The Moon es uno de los discos más escuchados y conocidos en la historia del rock. 

La icónica portada del prisma y la colorimetría diseñada por Storm Thorgerson en el despacho de diseño Hipgnosis e ilustrada por George Hardie, en este mismo momento sigue adornando la pared de alguna recámara en algún rincón del mundo, en una playera, como calcomanía en la defensa de un auto o como un tatuaje. 

Todo comienza y termina con el latido del corazón. Un collage de voces nos ofrece una cacofonía de pensamientos fragmentados, una confusión sonora que lentamente nos introduce a una meditación posmoderna sobre la vida (“Breathe”), el tiempo (“On The Run” y “Time”), la mortalidad (“The Great Gig In the Sky”), el dinero (“Money”), la guerra (“Us and Them” y la locura (“Brain Damage” y “Eclipse”). 

El octavo álbum de Pink Floyd fue el momento en el que Roger Waters, David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason dejaron atrás sus orígenes como una banda de rock psicodélico del underground experimental de la Inglaterra de mediados de 1960 para consagrarse dentro de la industria musical. La música de The Dark Side of the Moon evolucionó de una pieza conceptual diseñada para el escenario sobre las distintas etapas de la vida del ser humano que integraría bailarines de ballet, proyecciones en vivo y la música de Pink Floyd como acompañamiento. 

Desde la partida de Syd Barrett en 1969, Pink Floyd había deambulado sin una dirección musical concreta. Hicieron varias colaboraciones para películas como Zabriskie Point, de Michelangelo Antonioni, así como More (1969) y La Vallée (1972) de Barbet Schroeder. Y en los álbumes Ummagumma (1969), Atom Heart Mother (1970) y Meddle (1971) trataron de hallar nuevamente una voz y una identidad que los definiera. Una de las características de estos trabajos es que son tan diversos desde las exploraciones progresivas de “Atom Heart Mother”, “Alan’s Psychedelic Breakfast” o “Echoes”, la pastoralidad de “Fat old Sun, “Grantchester Meadows” y Summer ‘68” o sus acercamientos con el jazz y el blues como “Seamus” y la exquisita “San Tropez”. 

Las canciones de The Dark Side of the Moon mostraron el dominio de Roger Waters como su principal compositor musical, quien dominaría la carga lírica y conceptual de la banda en sus trabajos posteriores Wish You Were Here (1975), Animals (1977), The Wall (1979) y The Final Cut (1982) y hasta su salida en 1985. 

Grabado entre el 30 de mayo de 1972 y el 9 de febrero de 1973 en los estudios Abbey Road, el álbum representa parte del apogeo de la industria musical en la década de 1970 que comenzaba a convertirse en un brazo de producción del capitalismo de consumo puro y que paradójicamente era lo que trataba de cuestionar. 

The Dark Side of The Moon llega a su medio siglo de existencia con una nueva edición remasterizada del mismo álbum, incluyendo una presentación en el Wembley Empire Pool de Londres, que ya había sido incluida en la versión de 40 años para revivir la nostalgia de una banda que ya no existe. 

Desde la salida de Waters en 1985, las simpatías de Pink Floyd se han dividido en dos campos.

Las estridentes posturas de Roger Waters sobre la guerra en Ucrania, incluyendo una reciente aparición ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, han alejado a muchos de los nostálgicos de la banda. La guerra fría con David Gilmour, que ha incluido una serie de intercambios públicos con insultos y ataques de un lado al otro, obligó a retrasar la edición de 40 aniversario de Animals hasta el año pasado. 

Waters también ha dicho que lanzará una nueva versión regrabada del álbum sin ningún solo de guitarra. En su disputa por el control de la narrativa Waters actualmente se atribuye el concepto lírico y musical de gran parte de la obra de Pink Floyd, dejando de lado las contribuciones de Gilmour, Mason y el difunto Wright. 

Medio siglo después de su lanzamiento The Dark Side of the Moon es un monumento de la era del álbum de rock conceptual, considerado como un objeto de alta cultura. La obra de Pink Floyd sigue siendo un rito de paso musical. Es un aventurado viaje lleno de texturas, sonidos y canciones que siguen resonando en nuestros oídos. 

antonio.becerril@eleconomista.mx 

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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