¿Acabará la IA con el dinero?

Si algún día vivimos en un mundo gobernado por una inteligencia artificial dotada de información completa y capacidades de procesamiento infinitas, es posible que el dinero ya no tenga ningún papel. Pero en ese caso, se habrá eliminado una fuente importante de libertad y autonomía humanas.

PARÍS. Hemos olvidado las verdaderas virtudes del dinero. Comúnmente lo vemos en términos puramente instrumentales, como un dispositivo que facilita el intercambio y almacena el valor a lo largo del tiempo. Comparado con el trueque, las monedas y el papel moneda son profundamente convenientes. Pero el dinero es más que un simple instrumento. Como observó célebremente Fiodor Dostoievski: “El dinero es libertad acuñada”. Respalda nuestra existencia como individuos autónomos en una economía descentralizada.

Sin embargo, la situación será muy diferente si algún día vivimos en un mundo gobernado por una inteligencia artificial (IA) dotada de información completa y capacidades de procesamiento infinitas. En esas condiciones, es posible que el dinero ya no tenga ningún papel.

Para entender cómo el dinero nos libera, consideremos cualquier cadena de transacciones. Cuando recibimos dinero, tenemos el control. Depende de nosotros decidir si lo atesoramos o lo gastamos en lo que elijamos. Sólo el dinero nos da esa capacidad. Además, el dinero es universal. Permite comprar cualquier cosa, en cualquier momento y a cualquier persona, y ese vendedor cada vez más puede estar en cualquier parte. Esta libertad específica no proviene de la riqueza, sino de la posibilidad de elegir.

Esta elección no debe darse por sentada, porque los instrumentos de pago siempre han sido susceptibles a la interferencia paternalista. En el siglo XIX, algunas empresas pagaban a sus empleados con vales que sólo se aceptaban en las tiendas de propiedad de la empresa. Y hoy en día, la tecnología hace posible emitir “dinero programable” con un propósito especial, un uso limitado e incluso una fecha de prelación. Estos tókenes digitales podrían usarse para prohibir el consumo “no virtuoso” (como el alcohol o el tabaco) a los beneficiarios de la asistencia pública.

Necesitamos dinero porque vivimos en una economía de mercado, no en un mundo preprogramado. Tener dinero nos protege contra la incertidumbre (tiene un “valor de opción”, en el lenguaje económico). La demanda de dinero aumenta drásticamente durante las crisis porque las personas necesitan estar preparadas para todas las contingencias.

Pero ahora avancemos rápidamente a un futuro en el que las máquinas organizan, deciden y ejecutan todas las actividades económicas. Se realizan transacciones entre sí, se acreditan y debitan cuentas recíprocas y garantizan automáticamente la disciplina y el cumplimiento de los contratos. No hay fracaso ni impago. ¿Aún necesitamos dinero?

Un mundo así ya está parcialmente a la vista. Hace una década, Hal Varian, economista jefe de Google, señaló que “hay una computadora en medio de cada transacción” en nuestra economía digitalizada. Muchos de nuestros actos diarios están automatizados, el comercio algorítmico domina en muchos mercados de valores y los pagos están cada vez más programados.

Si la visión de futuro de los defensores de las criptomonedas se materializa, los “contratos inteligentes” gobernarán la intermediación financiera en un universo de finanzas descentralizadas. Algunas personas incluso sugieren que, en la conducción de la política monetaria, algoritmos sofisticados podrían reemplazar a los banqueros centrales.

Sin embargo, por ahora sólo usamos las máquinas. Los humanos todavía toman decisiones como agentes libres, expresando preferencias y actuando en consecuencia. Los bancos centrales no siguen reglas ciegamente. Toman decisiones después de considerar difíciles disyuntivas, especialmente en tiempos de crisis o cuando enfrentan shocks de oferta negativos.

De hecho, en una economía automatizada y controlada por los seres humanos, el dinero es más necesario que nunca, pero debe adaptarse ahora que la digitalización ha hecho que la distancia y el tiempo se derrumben. El dinero también debe ser digital, en forma de tókenes en nuestros teléfonos móviles, un dinero electrónico que se puede transferir instantáneamente a cualquier parte del mundo sin tener que transitar por una compleja red de cuentas y contrapartes.

Con la IA se cruzará un umbral. Algunos escenarios proyectan un universo en el que las IA no solo procesan información y ejecutan órdenes, sino que también toman decisiones e incluso determinan sus propios objetivos. Serían los “agentes” que actuarían en función de preferencias que no necesariamente coincidirían con las de los humanos.

Con estas capacidades, una IA podría hacerse cargo de la asignación de recursos y la distribución del ingreso. Evaluaría los millones de equilibrios económicos posibles e identificaría el que considere preferible. Esta visión del “tecnosocialismo” está muy lejos del modelo de una sociedad libre y descentralizada. Sería una versión de alta tecnología de la planificación central comunista anticuada.

Los debates sobre el futuro de la IA suelen hacer referencia a la “singularidad”; es decir, al momento en el que las IA tendrán la capacidad de mejorar y aumentar su inteligencia, así superarán rápidamente a los humanos en todas las medidas de inteligencia. En este escenario, los humanos ya no controlarían su propio destino.

¿Sucederá alguna vez? Hay grandes desacuerdos entre los expertos en IA, pero el dinero puede servir como indicador ideal. La mejor señal de que la IA ha tomado el control de manera efectiva sería si el dinero se vuelve irrelevante en la vida económica.

Un mundo sin dinero puede ser técnicamente factible, pero si valdría la pena vivir en él es otra cuestión.

El autor

Jean-Pierre Landau es profesor asociado de Economía en Sciences Po.

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