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Amenaza de muerte
El sábado por la mañana recibí mi primera amenaza de muerte ligada a la libertad de expresión y esto es parte del recuento de los daños, que ha dejado la polarización promovida desde Palacio Nacional, pero también desde otros ámbitos políticos.
La amenaza me la mandaron a través de redes sociales. De un perfil que pareciera falso en la que me ponían: “bájale de huevos cabrona a tus insultos o date por muerta estás alvertida”. Todo esto mientras se estaba transmitiendo un programa en donde criticaba la respuesta del gobierno federal y local ante el huracán Otis, en Acapulco, con argumentos y sin ningún insulto.
Los que me han leído y / o me han escuchado saben que no me conduzco de esa manera y a los que no, los invito a leer mis columnas y a observar mi comportamiento en tanto en medios como en redes sociales. Porque no creo merecer que se me amenace con matarme a través de un perfil con la imagen de La Rana René y menos, por estar en desacuerdo con como se han manejado las cosas en un país que es tan mío como lo es de todos.
Yo doy la cara y hablo de frente. No tiro la piedra y escondo la mano, y por eso es que tampoco me cansaré de decir que —en mi opinión— el Presidente debió de haber mandado algo más que un tweet para emitir un estado de alerta en la población, que también debió de haber sido más empático y estar junto a los acapulqueños que le dieron su voto, que robar tiendas no es “cohesión social” y que la permanencia en el puesto de la funcionaria que lo dijo, solamente lo legitima, y que también monopolizar la ayuda, solamente atrasa la llegada de lo que urge a los que más lo necesitan.
El tema aquí es que nos hemos acostumbrado a las verdades absolutas y justamente en el mismo programa que tanto hizo enojar a alguien que así lo cree, también decía que lo importante que escuchar al otro —aunque no nos guste—, ver de donde parte, intentar encontrar similitudes, y trabajar en la tolerancia. Además de no caer en esa retórica nefasta de chairos y fifís, porque todos somos mexicanos y no hay que permitir que hagan que se nos olvide.
Esta vez no vendrá ningún Mesías, ni tampoco ningún partido, a salvarnos. Esta vez nos toca salvarnos a nosotros mismos, porque desgraciadamente la política ha bajado mucho de nivel y se ha convertido en un modus vivendi, que se alimenta de la polarización para atraer votos y dejó la conciliación en el baúl de los recuerdos.
Ya basta de enfocarnos en las diferencias, lo que toca es enfocarse en las similitudes, y esto lo dijo muy bien Juan Pablo Adame cuando fue Senador por un día y les pidió a sus pares olvidarse por un momento de la coyuntura política, de la contienda que viene en 2024 y de los muchos motivos para la discordia para unirse en la lucha contra el cáncer. Todo esto mientras presentó una iniciativa y un punto de acuerdo en favor de los que luchan contra esta enfermedad.
El presidente López Obrador dijo que sería un presidente para todos los mexicanos, y con la polarización que promueve, la amenaza de muerte es para el país, porque un país dividido no funciona y de esto deberían de tomar nota todos aquellos que también polarizan de uno u otro bando.
Con la polarización, la amenaza de muerte es para México.
El último en salir, apague la luz
Twitter: @StephanieHenaro