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Opinión

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América Latina en un mundo fracturado

América Latina llega al Foro Económico de Davos 2023 en una coyuntura crítica plagada de pesimismo. Ante el desencanto generalizado hacia la globalización que se ha ido fraguando en los últimos años, se ha empujado a retomar la consolidación de bloques basados en intereses y valores comunes. En este sentido, la región ha cobrado una posición estratégica llena de oportunidades para aquellos liderazgos que sepan aprovecharlas.

Mucho se ha comentado sobre la ausencia de México en este evento. La propia directora para América Latina del Foro lamentó que México, la segunda economía más competitiva de la región, haya sido el único país del G20 en no estar presente. Si bien la ausencia del presidente López Obrador es excusable, la carencia de una representación de alto nivel es una oportunidad perdida en materia económica, política y de cooperación.

En términos económicos, a pesar de los estragos que han generado las recientes crisis globales, todo parece indicar que la reorganización de las cadenas productivas ante las tensiones entre China y Estados Unidos, la guerra en Ucrania y las disrupciones ocasionadas por la pandemia de COVID-19 pueden brindar una ventaja competitiva en esta zona.

Tanto Estados Unidos como algunas potencias de la Unión Europea han puesto la mira en América Latina como una opción natural para el abastecimiento de ciertas materias primas, alimentos y suministro de energía. Si bien México está apostando por el nearshoring con Estados Unidos, la participación en foros como este abriría otras posibilidades para que el país consolide mayores inversiones y genere cadenas productivas más eficientes con los mercados latinoamericanos y europeos.

Por su parte, pese a que Davos pareciera ser el epítome del neoliberalismo, en este foro participan gobiernos de todo tipo de ideología política, así como empresarios, académicos e integrantes de la sociedad civil de distintas tendencias. En este sentido, pese a que el presidente López Obrador ha intentado asumirse como el líder de las izquierdas latinoamericanas, su casi nula participación en foros de alto nivel le ha arrebatado dicho rol.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, destacó de entre los mandatarios de la región que asistieron al Foro por sus posicionamientos en materia medioambiental, energética y fiscal. Más allá de las disputas de protagonismo, esta ausencia le resta a México un lugar en esta importante mesa de generación de alianzas intersectoriales.

Finalmente, el panorama actual ha demostrado que no existe una problemática que pueda prescindir de la cooperación entre el sector privado y los gobiernos para su solución. Al respecto, tanto México como los países latinoamericanos deben apropiarse de las temáticas que están definiendo la agenda internacional.

Una buena oportunidad para ello emanada de esta edición del Foro de Davos es la de un Pacto Fiscal para América Latina y el Caribe. Dicha propuesta presentada por el gobierno colombiano pretende hacer un bloque tributario que permita fortalecer los lazos de cooperación en temas fiscales, repensar las políticas en actividades comerciales transfronterizas y hacer frente a la evasión fiscal.

Mientras que en países como Chile y Brasil ya se habla de la necesidad de elevar la presión fiscal a las empresas multinacionales y al sector más rico de la población, México ha descartado una reforma fiscal hasta el momento. La cumbre tributaria convocada para julio podría sentar una nueva hoja de ruta en la cooperación de la región, nuevamente, para aquellos liderazgos que sepan aprovecharla.

@RaquelLPM

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