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Opinión

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Atorado en el pasado

El presidente López está atorado en el pasado y, por lo mismo, es incapaz siquiera de pensar en el futuro de México más allá del 2024. Él es el presidente de la República, es el jefe de Estado, pero claramente no es un estadista que vea por un futuro promisorio con un bienestar creciente para las futuras generaciones de mexicanos. Las señales de que vive en el pasado son muchas; aquí algunas.

En lo político quiere que México regrese a esos años de la “gloria priista” con un presidente casi omnipotente, sin contrapesos institucionales y con un sistema electoral que garantice, aunque sea mediante fraudes, la permanencia de su partido en el poder. Siguiendo con la destrucción institucional emprendida desde el inicio de su gobierno, la reforma electoral, el “plan B”, es una regresión a la década de los ochenta del siglo pasado; es un atentado a la democracia, una demolición de un arreglo institucional que costó mucho construir para dar certeza electoral. De no ser ser invalidado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación significará, para efectos prácticos el fin de la equidad en las contiendas electorales; volveríamos a la época de elecciones de Estado por lo que los ganadores carecerían de legitimidad haciendo imposible la gobernanza con un impacto claramente negativo sobre la economía.

En lo histórico, como lo señalé en estas páginas hace dos semanas, el presidente vive atorado con un resentimiento hacia Estados Unidos, uno que raya en el odio. Lo volvió a mostrar cuando, con motivo del bicentenario de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos, en la carta que le envió al presidente Biden resaltó las intervenciones bélicas y la pérdida de la mitad del territorio nacional. La carta de Biden por otra parte, resaltó las ganancias futuras de una creciente cooperación entre ambos países. El contraste es dramático.

Otro aspecto que nos hace ver que vive en el pasado es su insistencia de poner a las culturas prehispánicas, principalmente la azteca y la maya, como lo más grandioso que haya pasado en lo que es hoy México, época según él gloriosa que terminó con la conquista, misma que le sigue reclamando a España. Sorprende que admire a culturas que tecnológicamente se quedaron en el neolítico, en la Edad de Piedra, y que desprecie la ciencia y los conocimientos científicos, así como los avances tecnológicos que han permitido una mayor esperanza de vida acompañado de un mayor bienestar material para la población. Este desprecio por la ciencia y la técnica es evidente en su política educativa, donde el énfasis no es en el conocimiento, sino la ideología y el adoctrinamiento.

Ligado a lo anterior, el presidente realmente está convencido de que, como en el neolítico, hay que impulsar la producción agrícola con técnicas tradicionales y, por lo mismo, obsoletas. Su ideal parecería ser el del campesino sembrando la milpa en pequeñas extensiones de tierra y con las semillas de maíz nativo, sin insecticidas y  plaguicidas. Él cree que con ello sería suficiente para producir todo el maíz que se demanda, sin siquiera considerar que en una hectárea sembrada de esa forma apenas se producen 500 kilos comparada con una producción de 10 toneladas por hectárea con técnicas modernas de producción. La economía del trapiche que tanto admira solo garantiza hambre y pobreza.

Uno más es su política energética, está convencido de un supuesto pasado glorioso sustentado en dos monopolios gubernamentales, Pemex y CFE, y de ahí su necedad de castigar la participación privada en el sector energético. Un pasado glorioso que solo existe en su mente y que por tratar de llevarlo a cabo ha impactado negativamente la inversión y el crecimiento

Otro indicador de su atadura en el pasado es su insistencia de volverla aquellos años, la década de los sesenta del siglo XX, cuando la política de desarrollo económico se sustentó en la sustitución de importaciones. No pierde oportunidad para afirmar que por un asunto de soberanía nacional es necesario “producir lo que consumimos”, lo cual deja ver que tiene un concepto notoriamente equivocado de soberanía y de los factores en los cuales se sustenta y cómo es que se fortalece, así como que tampoco entiende porqué el comercio internacional genera ganancias netas. En la mencionada carta que le envió a Biden llevó la propuesta de instrumentar una política de sustitución de importaciones a toda América; surrealista, kafkiano, una tontería.

Finalmente, ayer que la selección de fútbol de Argentina ganó el campeonato del mundo, el presidente López tuiteó: “Argentina: por profesionalismo, justicia y por mandato divino”. Por como es, seguro pensó que se hizo justicia y dios castigó a los franceses porque en el siglo XIX invadieron México y apoyaron a Maximiliano. Sin duda está atorado en el pasado.

Twitter: @econoclasta

Economista y profesor. Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa. Medalla al Mérito Profesional, Ex-ITAM.

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