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Opinión

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Carlos Urzúa, a quien el régimen perdió hace mucho

Carlos Urzúa ayudó a que muchos electores de clase media creyeran que Andrés Manuel López Obrador podría haber sido un Presidente moderado y con ideas modernas.

La prudencia de Urzúa Macías en el manejo de las finanzas públicas de la capital del país durante el mandato del propio López Obrador y la sutileza que le imprimió al discurso de la campaña presidencial convenció, engañó, a muchos.

Pero el poder presidencial hizo lo que hizo con López Obrador y a los pocos meses de iniciado el gobierno, Urzúa tuvo la valentía de ser fiel a sus convicciones y no al líder carismático.

No fue la única separación de los decepcionados del estilo autoritario que asumía el Presidente, pero la suya fue una salida con total decoro, lejos de espectáculos tan lamentables como aquella que intentaba abrazar al Presidente tras su salida del gabinete y recibía un contundente rechazo del despechado líder y ahí sigue, genuflexa ante el tlatoani.

La carta de renuncia como secretario de Hacienda de Carlos Urzúa, del 9 de julio del 2019, no tiene desperdicio y es una perfecta síntesis de lo que ha sido este sexenio que está por terminar.

Le escribió Urzúa a López Obrador que algunas de las muchas discrepancias que tenían en materia económica eran porque en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento.

También, desde las entrañas del conocimiento de cómo se manejaba este régimen el saliente secretario Urzúa le dijo a López Obrador que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo.

Funcionarios sin conocimientos y patentes conflictos de interés, dos claves contundentes de Urzúa para confesar que se había visto orillado a renunciar al cargo de secretario de Hacienda.

Carlos Urzúa, a quien yo conocí muy bien como analista y experto en temas económicos, tenía una idea muy clara de la forma de diseñar e implementar programas sociales que fueran responsables con las finanzas y efectivos en su motivación de combatir la pobreza.

Pero nada sabía de desperdiciar los recursos públicos en programas asistencialistas que le garantizaran al Presidente compra de voluntades y un compromiso electoral de los beneficiarios.

De hecho, hace no mucho, específicamente el 25 de noviembre del año pasado, Urzúa publicó en la revista Nexos un artículo con el nombre “El Cartucho Encendido” en el que destacaba las alertas por la falta de ingresos públicos, el creciente déficit público y algo muy grave, las cuentas turbias de los programas clientelistas de López Obrador.

Con todos los datos y la autoridad de quien fue el responsable directo de las finanzas públicas del país, Urzúa dejaba ver que las cuentas de los padrones de los beneficiarios de las pensiones a las personas de la tercera edad no cuadraban por más de 17,000 millones de pesos que están perdidos.

Ese hombre valiente, congruente, con quien se podía estar de acuerdo o no en su ideología, hoy ya no está.

Y está ausente para poder aplicar sus largamente estudiadas políticas públicas que hubieran sido un éxito.

Pero tampoco está para, que con todas las evidencias que él poseía, este régimen pudiera rendir cuentas a la justicia y a la historia.

Urzúa dejaba ver que las cuentas de los padrones de los beneficiarios de las pensiones a las personas de la tercera edad no cuadraban por más de 17,000 millones de pesos.

ecampos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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