Lectura 5:00 min
Ciudadanía Corporativa: Un diálogo necesario con el sector público en la política sectorial en salud en México
En el mundo actual, las empresas ya no deben de mantenerse únicamente en su rol de entidades económicas cuya única responsabilidad es la fabricación, distribución y/o comercialización de productos y servicios que enfoquen sus estrategias en la generación de utilidades, creación de empleos y el cumplimiento de obligaciones legales y fiscales. Estas han evolucionado hasta convertirse en actores sociales fundamentales que pueden influir positivamente en la vida de las comunidades mediante programas de responsabilidad social y en la configuración, mediante estas iniciativas, de políticas públicas con miras a contribuir en el desarrollo económico, social y normativo. Este concepto, conocido como ciudadanía corporativa, se refiere a la integración de valores éticos y sociales en la estrategia empresarial, contribuyendo al bienestar de la sociedad.
En el contexto de México, donde la salud es un tema crítico y complejo, la ciudadanía corporativa adquiere una relevancia particular. La Política Sectorial en Salud requiere la colaboración de múltiples actores para ser efectiva y sostenible. Las empresas, mediante prácticas de ciudadanía corporativa, pueden desempeñar un papel determinante en este esfuerzo, facilitando un diálogo constructivo con el sector público.
La ciudadanía corporativa debe de ser visualizada mucho más allá de la filantropía tradicional, esa que busca regresar un poco a la sociedad en forma de asistencialismo. Implica una responsabilidad proactiva hacia el entorno y la comunidad en la que opera la empresa. Las corporaciones, de todos los tamaños, giros y especialidades, pueden contribuir de manera significativa a los proyectos de salud pública mediante la implementación de programas de bienestar para empleados y familiares, haciendo énfasis en el apoyo a las iniciativas de salud comunitaria planteadas para la atención primaria a la salud, fortaleciendo la inversión en investigación y desarrollo de tecnologías médicas, esto requiere de un esfuerzo sostenido para mejorar la competitividad del país en el fomento de protocolos de investigación en todas sus fase, la promoción de estilos de vida saludables, pero sobre todo en la colaboración técnica en la evaluación situacional y operativa del sistema nacional de salud para construir mediante acuerdos estrategias, políticas e incluso transferencia tecnológica y/o de conocimientos especializados basados en experiencias y buenas prácticas aplicables.
De ahí que sea necesario poner el ejemplo, destacando la colaboración en la creación de infraestructura y la gobernanza operativa del plan sectorial de salud. Las empresas pueden aportar, además de experiencia, recursos, humanos, técnicos, tecnológicos, de ser necesario hasta financieros (directos e indirectos), enfatizando en como compartir conocimientos para la implementación de políticas relevantes; como una Política Nacional Farmacéutica, y de dispositivos médicos, programas de apoyo para garantizar la trazabilidad de la cadena de suministros, una adecuada farmacovigilancia, criterios de evaluación técnica y económica de tecnologías sanitarias, acompañamiento en la sistematización de la gestión y control de la distribución de bienes terapéuticos. Además, acuerdos con sectores económicos relevantes, se pueden desarrollar campañas de prevención y educación sobre temas críticos como educación nutrimental, activación física para mejorar el control de la incidencia de enfermedades no transmisibles como la diabetes, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares, que son problemas prevalentes de alto impacto en la población en México.
Para que la ciudadanía corporativa sea efectiva, es esencial establecer un diálogo fluido y colaborativo con el sector público. Este diálogo debe basarse en la transparencia, la confianza mutua y un entendimiento claro de las metas y desafíos comunes. Las empresas deben trabajar junto a las autoridades de salud para alinear sus iniciativas con las políticas y planes nacionales, asegurando que sus esfuerzos complementen y potencien las estrategias gubernamentales.
Un modelo exitoso de este tipo de colaboración es la participación en órganos que funjan como consejos consultivos de salud, donde representantes del sector privado puedan ofrecer su perspectiva y recursos para el desarrollo de políticas más inclusivas y efectivas. Asimismo, la transparencia en la comunicación de los objetivos y resultados de las iniciativas de ciudadanía corporativa, pensemos en una caja de cristal, que pueden generar una mayor confianza y aceptación por parte del sector público y la sociedad en general.
La ciudadanía corporativa, entonces, representa una poderosa herramienta para abordar los desafíos de la salud pública en México, mejorando la reputación corporativa, creando compromiso a través de un diálogo constructivo y colaborativo con el sector público, las empresas pueden desempeñar un papel vital en la mejora de la salud y el bienestar de la sociedad, además de contribuir a un sistema de salud más robusto y sustentable. La clave está en reconocer que, en un mundo interconectado, el éxito de una empresa está intrínsecamente ligado al bienestar de la comunidad en la que opera
Hoy cierro con una frase que se atribuye a Howard R. Bowen: “…las corporaciones no solo producen ‘bienes y servicios’ sino ‘condiciones de trabajo’ mediante la inversión en la responsabilidad social."
Oscar Flores cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, fue socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad. Y actualmente se dedica a la gestión de asuntos corporativos para la industria farmacéutica.