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Opinión

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Cognitivas y alimentación de preescolares

Es un hecho dentro del desarrollo cognitivo en niños, así como la forma de introducir alimentación complementaria en muchas ocasiones determina la aversión o la preferencia por ciertos alimentos. Pero también está descrito en la literatura científica que, al inicio, hay un gran entusiasmo de los bebés por probar cosas nuevas y este decrece a medida que van ganando autonomía motriz. Esto se considera prácticamente normal, hasta el punto en que desarrollan una neofobia alimentaria (o sea, rechazo de algunos alimentos) que generalmente desaparece en la mayoría de los niños una vez que son escolarizados.

El estudio de las características de los niños que no quieren comer o la manera en la que se presentan estas características selectivas hacia un alimento llama la atención. ¿Por qué existen niños que se convierten en adultos melindrosos? ¿Será una cuestión genética, de crianza, de la exposición a alimentos? La respuesta es compleja, y como en casi todos los asuntos que conciernen a la alimentación, está afectada por diferentes variables.

Entre estas variables, los investigadores han descubierto que el desarrollo cognitivo de los niños preescolares, sobre todo en aquellos de 1 a 3 años, afecta de manera directa la forma en la que aceptan los alimentos. Se dice que como el desarrollo cognitivo es acelerado durante los años preescolares, muchas veces los niños tienden a rechazar la comida como una forma de interesarse en otras cosas del mundo que les rodea.

Se ha descubierto, además, que los niños que presentan mayor dificultad para el control de emociones son quienes rechazan más alimentos. El control de las emociones evidentemente es un asunto que está lejos de estar maduro en estas edades. Sin embargo, los niños que son más acompañados no sólo en el reconocimiento, sino en el procesamiento de sus emociones, son quienes aceptan con mayor facilidad diferentes tipos de alimentos.

Además, existen estudios que demuestran que los niños que tienen retraso en el desarrollo del lenguaje también tienden a rechazar mayor cantidad de alimentos durante estas etapas. Las habilidades cognitivas que no han madurado como la capacidad de hacer categorías en función de diferentes características o el razonamiento inductivo determinan también que un niño acepte mejor nuevos alimentos. Esto funciona a medida que el niño es capaz, por ejemplo, de hacer asociaciones entre dos cosas, como la sopa y la cuchara, o poder distinguir que un alimento pertenece a una categoría que puede crear él mismo (en función del color, de su origen, de su tamaño, de su sabor o cualquier otra categoría que los niños con mayor desarrollo cognitivo son capaces de elaborar).

Además de las habilidades cognitivas, la capacidad sensorial de los niños también afecta la manera en la que aceptan o rechazan alimentos. Existen niños que poseen diferentes grados de concentración para identificar, por ejemplo, un sabor o una textura en los alimentos. Existen algunos niños que se pueden sentir sobre estimulados por las sensaciones y percepciones que les dan la comida, lo que provoca que tiendan a rechazarla., Podemos concluir con base en toda esta evidencia que el hecho de aceptar o rechazar la comida está moldeado por factores diferentes en la infancia y el tratamiento de algunos trastornos debe acompañarse de una visión que tienda a estimular a los niños en otras áreas complementarias a la simple aceptación y exposición a un alimento o a los intentos repetidos por negociar su consumo.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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