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Opinión

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Comensalidad en la tercera edad

Es un hecho que la población mundial está envejeciendo. En México, existen más de 18 millones de personas mayores de 60 años. Así como la prevalencia de enfermedades crónico-degenerativas ha aumentado en las últimas décadas, es un hecho también que nuestra esperanza de vida se ha alargado, y con ello, han cambiado algunos paradigmas en torno a lo que significa pertenecer a la tercera edad.

El arquetipo de la persona mayor que está prácticamente inactiva, recluida en casa y dependiente de otros, es cada vez más una idea de antaño. Hoy las personas de la tercera edad participan activamente en sus comunidades, muchas siguen siendo productivas y tienen vidas sociales activas. Sin embargo, mundialmente también es un hecho que una vez entrando a la tercera edad, la calidad de la alimentación puede verse comprometida, en parte porque existe una disminución del apetito, pero, además, por otras razones socioculturales que son de suma importancia.

La comensalidad, o el hecho de comer juntos, es un gran modulador social de la ingestión de alimentos a lo largo de nuestra vida: cuando somos pequeños, nos ayuda a dar estructura y horarios a las diferentes actividades que se realizan durante el día, nos ayuda a relacionarnos con personas fuera de la familia. En la adolescencia nos permite identificarnos con pares, y en la vida adulta es generalmente, un facilitador de los vínculos sociales en círculos de amistades, colegas, trabajo, etc. En la tercera edad, se ha demostrado que el hecho de comer juntos es un facilitador social que permite mejorar la ingestión de alimentos. Cuando las personas llegan a la tercera edad, generalmente tienen que cocinar para sí mismos y para otra persona, si es que viven solos. El hecho de gestionar la alimentación de una casa para solo dos personas hace que las personas simplifiquen las tareas culinarias de lo que van a ingerir o simplemente, las omitan.

La forma en la que viven los adultos mayores tiene sin duda un componente cultural muy importante: mientras que en México una gran parte de los adultos mayores habita en casa con alguno de sus hijos, en países anglosajones o europeos los adultos mayores generalmente viven solos y muchas veces, sin frecuentar tanto a los hijos. En Estados Unidos, el factor de la compañía generalmente es posible para quienes tienen los recursos y ahorros para ir a una comunidad de retiro, en la que viven otros adultos mayores con quienes conviven a lo largo del día. En Europa, las comunidades de retiro no son tan frecuentes, por lo que las personas viven solas y están expuestas a riesgos de salud, pero también a enfermedades derivadas de una alimentación deficiente.

Algunos científicos han propuesto estrategias como enseñar a cocinar a adultos mayores que viven solos como una manera de evitar la malnutrición. Sin embargo, la disponibilidad de aprender cosas nuevas generalmente puede verse afectada cuando llegamos a una edad adulta, y por lo tanto, se debe vigilar también la salud mental, un componente fundamental para asegurar también, una buena alimentación desde lo nutricional y lo socioemocional.

Aunque culturalmente en México la mayoría de los adultos mayores se encuentren acompañados, es necesario procurar que las comidas se hagan en compañía de alguien, pues esto es un facilitador social que tiene impactos positivos sobre la ingestión de alimentos y por lo tanto, sobre la prevención de enfermedades derivadas de una mala nutrición. 

 

Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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