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Cómo reducir el exceso de capacidad de China

Conveyor,In,Chinese,Factory.,Production,Of,Goods,In,China.,AutomatedCopyright (c) 2024 FOTOGRIN/Shutterstock. No use without permission., Shutterstock

No podemos cambiar el pasado, pero podemos aplicar sus lecciones para lograr un futuro mejor. En el caso de China, esto significa implementar una política fiscal y monetaria más expansiva para ayudar a reducir el exceso de capacidad a nivel macroeconómico y, al mismo tiempo, crear más espacio para eliminar el exceso de capacidad a nivel sectorial.

BEIJING. En los últimos meses, la sobrecapacidad china ha sido un tema importante de discusión –y un motivo de controversia– entre economistas y responsables de políticas en todo el mundo. Si bien estas preocupaciones no son absolutamente descabelladas, son excesivas y solucionables.

En los últimos 40 años, en tanto China ha pasado de una economía planificada caracterizada por escaseces a una economía de mercado que oscila entre una demanda agregada insuficiente y un sobrecalentamiento, su gobierno muchas veces ha intentado eliminar la sobrecapacidad cada vez que aparecía. En 2003, por ejemplo, medidas severas contra la sobrecapacidad en la industria del acero llevaron al cierre de muchas acerías.

Luego de la crisis financiera global de 2008, las exportaciones de China se derrumbaron, lo que derivó en una desaceleración económica significativa. En el último trimestre de 2009, el PIB chino creció apenas 6.1%, la tasa más baja en más de diez años. Para contrarrestar este shock, el gobierno de China introdujo un plan de estímulo de 4 billones de yuanes (560,000 millones de dólares). Impulsada por inversiones gigantescas –la inversión en activos fijos creció 30.1% en 2009 y el 23.8% en 2010 (interanual)–, la economía de China rebotó marcadamente al alcanzar un crecimiento del 10.6% en 2010.

Si bien la demanda agregada también subió aceleradamente, la oferta agregada no estuvo a la par, ya que lleva tiempo que la nueva inversión se traduzca en una mayor capacidad de producción. (La duración del rezago depende del tipo de inversión). Este desfasaje contribuyó a un alza de la inflación. El índice de precios al consumidor aumentó el 3% en 2010.

Cuando el crecimiento del IPC alcanzó un pico del 5.4% en marzo de 2011, el gobierno chino había anunciado que su principal prioridad en materia de políticas para el año sería contener la inflación. Y eso es lo que sucedió: de 2009 a 2011, el ratio déficit presupuestario-PIB de China cayó del 2.8% al 1.1%, y el crédito nuevo se redujo de 9.6 billones de yuanes a 7.5 billones de yuanes.

Sin embargo, ya se estaba gestando una capacidad de producción asociada con las inversiones pasadas, que hasta se estaba volviendo operacional. En consecuencia, en tanto el ajuste fiscal y monetario redujo la demanda agregada, surgió un nuevo desfasaje, y apareció la sobrecapacidad en muchas industrias, entre ellas las de acero, automóviles, cemento, aluminio electrolítico, pesticidas, productos fotovoltaicos y vidrio.

A esta altura, el crecimiento del IPC había caído por debajo del 3%, y el índice de precios del productor estaba en territorio negativo. En estas circunstancias, la respuesta típica para el alza de la sobrecapacidad habría sido regresar a la expansión fiscal y monetaria para estimular la economía. Por el contrario, el gobierno de China decidió seguir ajustando. Como resultado de ello, el crecimiento del PIB cayó al 7.7% en 2012 y ha venido disminuyendo de manera sostenida desde entonces.

En retrospectiva, parece absolutamente posible que las presiones inflacionarias amainaran más tarde aún si el gobierno no hubiera implementado un ajuste fiscal y monetario en 2011, debido a la formación gradual de nuevas capacidades de producción. Si los responsables de las políticas hubieran apuntado a una expansión fiscal y monetaria moderada, incentivando, al mismo tiempo, al mercado para desempeñar un rol decisivo en la eliminación de la sobrecapacidad sectorial en 2012, China bien podría haber alcanzado tasas de crecimiento superiores del PIB en los años subsiguientes.

No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos aprender sus lecciones para lograr un futuro mejor. En el caso de China, esto significa implementar una política fiscal y monetaria más expansionista ahora. Esto ayudaría a reducir la “sobrecapacidad” a nivel macroeconómico, lo que equivale a una “falta de demanda efectiva”, creando al mismo tiempo más espacio para eliminar la sobrecapacidad a nivel sectorial –un proceso en el que el gobierno de China debería permitir que el mercado tenga un papel decisivo.

Todo esto sería un gran avance en cuanto a mejorar la balanza comercial de China. Si bien no existe ninguna justificación para que los países introduzcan políticas comerciales proteccionistas en nombre de la “seguridad nacional” –como ha venido haciendo Estados Unidos, por ejemplo–, China debe garantizar que se adhiere a todas las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

En este punto, la Tercera Sesión Plenaria del 20° Comité Central del Partido Comunista de China, llevada a cabo a comienzos de este mes, fue alentadora. Como observó el comunicado de la reunión, China planea “mejorar la capacidad de apertura” de su economía al mundo exterior; fomentar “nuevos motores de comercio exterior”, y desarrollar, a través de una mayor cooperación con otros países, “nuevas instituciones” para respaldar una economía global abierta. Siempre que todas las partes estén comprometidas con una interacción de beneficio mutuo –y de respeto mutuo–, ninguna disputa comercial es irresoluble.

El autor

Yu Yongding, expresidente de la Sociedad de Economía Mundial de China y director del Instituto de Economía y Política Mundial en la Academia China de Ciencias Sociales, se desempeñó en el Comité de Política Monetaria del Banco Popular de China de 2004 a 2006.

Copyright: Project Syndicate, 2024

www.project-yndicate.org

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