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Opinión

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Con los apoyos a Pemex alcanzaba para comprar Iberdrola y Repsol

Mantener a flote a Pemex durante este sexenio le ha costado al contribuyente mexicano 1.6 billones de pesos. Los datos son de la propia petrolera que, en la primera lámina sustantiva de su última presentación a inversionistas, presume 729,000 millones de apoyo fiscal y 869,000 millones de aportaciones de capital del gobierno federal. En dólares de hoy, son 94,000 millones.

Lo típico es poner estas cifras en números de veces de los principales programas sociales, o proporción del PIB de países enteros. Pero quizás una comparativa más corporativa sea una referencia igual de valiosa.

Aunque sea por curiosidad, ¿no es interesante saber que, con 94,000 millones de dólares, a precio de mercado, podríamos haber comprado todas las acciones Sempra y TC Energy juntas? No estoy hablando de las subsidiarias mexicanas, sino de los holdings globales. Algo así nos daría más de la mitad de capacidad de transporte de gas no de México sino de todo Norteamérica. Y, calculando simplistamente a partir de la suma de los market caps, todavía nos sobrarían 8,000 millones de dólares.

Cambiando el foco más hacia lo eléctrico y petrolero tradicional, con 93,000 millones de dólares, se podría haber cubrierto el market cap completo de Iberdrola S.A. (de unos 73,000) y, de Repsol S.A (de menos de 20,000). Esto implicaría adquirir todas las acciones de una empresa que tiene 62 GW de capacidad instalada (con unos 43 de ellos renovables) diversificados en todo el mundo, con planes de crecimiento extraordinariamente agresivos. Por si eso fuera poco, a esto podríamos sumarle todas las acciones de otra empresa líder, que produce 572,000 barriles diarios de petróleo crudo equivalente y 1,900 millones de barriles de reserva –mucho de ello gas, por cierto– además de un sistema de refinación de cuatro refinerías en España, una en Perú y otras instalaciones de procesamiento químico.

Para ser claro, no estoy proponiendo que el gobierno se vaya de compras. Ni siquiera es claro que, queriendo, podría. Esos 94,000 millones que dejó de recibir la hacienda pública por ayudar a Pemex ya no existen –ya se los gastaron. Buena parte de esos recursos se necesitaban para algo tan esencial como para poder pagar las deudas puntualmente.

Además, no hay ningún indicio de que los accionistas de estas compañías (ni los de control ni los minoritarios) estarían dispuestos a venderle al gobierno de México a precio de mercado. En su sano juicio, ni el gobierno de Estados Unidos ni el de Canadá ni el de España darían las aprobaciones –de valores, de competencia económica, energéticas, y de control de inversiones extranjeras– para que el gobierno mexicano, claramente obsesionado con los aspectos políticos de la energía, tomara control de estas empresas. Por privadas que sean.

Para lo que sirve esta comparación es para dar cuenta del nivel de daño patrimonial que los rescates recurrentes de Pemex generan. Con esos mismos 94,000 millones de dólares, los mexicanos obtuvimos la Refinería Olmeca sin terminar, la mitad de las acciones de Deer Park y un programa de mantenimiento de seis refinerías que de plano sigue sin mostrar que ha servido para algo. En los resultados de exploración y producción, no obtuvimos más que continuidad, con descubrimientos muy modestos y un estancamiento de los niveles de producción.

Tengo la impresión de que una inversión en las acciones de Sempra y TC Energy, o Iberdrola y Repsol, hubiera registrado un mejor desempeño que el rescate de la soberanía de la cuarta transformación.

@pzarater

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