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Opinión

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Descarbonización y neutralidad climática en COP26

Con retraso de un año por la pandemia y a pocas semanas de haber concluido la temporada estival en la que el hemisferio norte, en el mes de julio, se superó a sí mismo como el mes más caluroso de la historia con una temperatura de 1.54°C por encima del promedio; el Reino Unido, en un ambiente de expectativa creciente, acogerá desde el 31 de octubre al 12 de noviembre en la ciudad escocesa de Glasgow la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).

Con el foco puesto en los líderes de las economías más contaminantes del mundo, y el llamado a cumplir los compromisos de financiamiento climático a los países en desarrollo más vulnerables, la mexicana Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), recordaba recientemente la importancia de esta cita mundial al señalar que 2021 es el año más importante para lograr “un cambio fundamental y transformador en la política y la acción climática mundial”.

Partiendo de esa recomendación la COP26 se convierte en una oportunidad para reorientar los insuficientes compromisos multilaterales que conduzcan a atajar la emergencia climática que, solo en el presente año, de manera simultánea, produjo eventos climáticos extremos como las inusuales olas de calor con saldo de 500 muertos en Norteamérica, los incendios forestales en Rusia donde en un solo día se ha quemado un área que equivale a 4.9 millones campos de fútbol, además de los grandes fuegos en California, las graves inundaciones en Europa, las lluvias torrenciales en la ciudad de Zhengzhou en China donde en seis horas ha llovido la mitad de su media anual, el deshielo masivo que afectó a Groenlandia, entre otros fenómenos como la grave sequía que afectó al centro y sur de Brasil o el incremento de las tormentas tropicales, entre otros muchos.

Con un Reino Unido fuera de la Unión Europea y decidido a asegurarse una posición de liderazgo durante los próximos 10 años como se desprende del planteamiento de su nueva estrategia de política exterior —impulsada bajo la dirección Johnson y titulada 'Un Reino Unido global en una era competitiva'—, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son asumidos como prioridad internacional número uno, a la vez que la diplomacia y el desarrollo se articulan en una nueva narrativa con el objeto de alcanzar un mayor impacto en el binomio cambio climático y pobreza extrema, sobre todo, cuando cada vez se incrementa el número de personas refugiadas y desplazadas por los efectos del cambio climático.

Bajo la premisa anterior, el Reino Unido llegará a la COP26 con importantes resultados desde el Acuerdo del Paris de 2015 adoptado en la COP21 por 194 naciones, al haberse convertido en la primera economía avanzada en el mundo en aprobar en 2019 una ley que procura alcanzar la meta de cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, sumado al reciente anuncio a inicios de mes de nuevos planes para garantizar que los hogares y los negocios en Reino Unido cuenten con electricidad limpia, segura y asequible para 2035, contribuyendo de ese modo a reducir la dependencia y exposición a los precios volátiles de los combustibles fósiles.

Con Estados Unidos de regreso al Acuerdo y China dispuesta a alcanzar su techo de emisiones de carbono en 2030 —siendo ambos responsables del 45% de las emisiones contaminantes—, las esperanzas por un futuro más verde se renuevan, a la vez que nos tornamos más conscientes del enorme desafío que enfrentamos como humanidad ante los efectos del cambio climático, afectaciones por las cuales todos tenemos una parte de la responsabilidad.

*Diplomático dominicano. Doctor en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

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