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Opinión

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ESG en Salud, ¿por qué es tan importante?

José Luis Cárdenas T. / @PepoCardenasT

Seguro muchos han escuchado hablar de las siglas ESG, pero tal vez no todos tienen claridad sobre qué significan ni por qué importan en la actualidad, especialmente en un sector tan relevante como el de la salud.

Las siglas ESG provienen del inglés, y corresponde a “Enviromental, Social & Governance”, que hacen referencia a los factores o estándares que son relevantes para la aspiración de una compañía de ser sostenible por medio de su compromiso y actividades ambientales, sociales y de buen gobierno. En términos simples, el primero se relaciona con minimizar el impacto sobre el medio ambiente; el segundo, con las relaciones con trabajadores, proveedores, clientes y comunidades; y el último, con la conducta corporativa. Son, en primer lugar, un imperativo ético, pero, además, una condición habilitante para que diversas organizaciones puedan seguir operando, creando valor para los stakeholders y la sociedad.

Existe consenso en torno a que estos estándares promueven una cultura de ética y de transparencia, impulsan el crecimiento responsable y sostenible, mitigan diversos riesgos y son cada vez más requeridos por diversos stakeholders, incluidos los inversores.

Si bien los primeros antecedentes de ESG se remontan a la década de 1960 bajo el término inversión socialmente responsable, como concepto fue analizado por primera vez en 2004 en el reporte “Who Cares, Wins” del Banco Mundial. Dos años más tarde, con el respaldo de las Naciones Unidas, se forma la red internacional de inversores, PRI, “Principios de Inversión Responsable de la ONU”, con el fin de promover la incorporación de factores ESG en la toma de decisiones de inversión. Actualmente los PRI cuenta con cerca de 4,000 signatarios, los que en conjunto representan 121 billones de dólares en activos administrados, lo que refleja la relevancia que tienen los criterios ESG para los inversionistas institucionales.

Han existido otros antecedentes de ESG o intentos de estandarización. A modo de ejemplo, se puede mencionar la Iniciativa de Información Global (GRI), para que las empresas puedan evidenciar a diversos stakeholders sus prácticas empresariales responsables en materia medioambiental y social. Por su parte, el Proyecto de Divulgación del Carbono (CDP) comenzó en el año 2000, con el objetivo de crear un sistema económico mundial que proteja contra el cambio climático, haciendo que las empresas den prioridad a la información medioambiental y a la gestión de riesgos. Asimismo, el Consejo de Normas de Contabilidad de la Sostenibilidad (SASB) comenzó en 2011 a desarrollar pautas que muestran tanto la sostenibilidad como los fundamentos financieros.

Las múltiples métricas de ESG han dificultado su mayor expansión. Un intento de armonizarlas se ha dado a partir del 2020, en Davos, en el Foro Económico Mundial, donde las principales auditoras conocidas como las Big Four establecieron mediciones estandarizadas de 22 métricas específicas de ESG bajo el concepto de “Stakeholders Capitalism”, para que las empresas informen sus resultados de manera alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Desde la perspectiva de los reguladores, también en 2020, el comité de inversiones de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) decidió crear un marco de divulgación sobre ESG para obtener información coherente y comparable sin recurrir a una agencia de calificación de terceros.

Como se puede apreciar, existe un amplio movimiento global para avanzar hacia la adopción de estándares ESG, sin embargo, vale la pena preguntarse por qué es especialmente importante para el sector salud.

Éste, por definición, se relaciona con objetivos socialmente deseables, como es la generación de salud por medio diversas tecnologías y tratamientos (medicamentos, dispositivos médicos, entre otros). En este sentido, compañías que busquen facilitar su acceso, son socialmente deseables, pero no suficientes, desde la perspectiva de ESG.

El sector salud, al mismo tiempo que puede contribuir a generar mejor y mayor salud para una sociedad, puede también afectarla, por ejemplo, mediante su impacto sobre el medio ambiente, derivado de sus prácticas productivas. Asimismo, puede contribuir a un acceso más equitativo a soluciones en salud, disminuyendo el impacto de las determinantes sociales para acceder a ella, pero, si en paralelo tiene prácticas no inclusivas, discriminatorias o contrarias a la ética con sus trabajadores, proveedores o clientes, estará moviéndose en un sentido contrario.

Precisamente esa discordancia es la que abordan los criterios ESG al incorporar un actuar coherente a las empresas y alinearla con su misión, tendiendo a evitar contradicciones entre su objetivo principal como es la generación de salud para las personas, con otras prácticas que terminen afectando este primer objetivo socialmente deseable. La coherencia en el actuar de forma socialmente aceptable, no sólo es un imperativo ético, en un sector tan delicado como es la salud, sino que, en el largo plazo, la única forma viable de que ello siga ocurriendo.

Así compañías del sector salud ya están estableciendo metas, midiendo y reportando resultados sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, incorporando políticas de inclusión y diversidad, velando por la ética y la transparencia en sus gobiernos corporativos. Por ello, los pacientes al elegir estas compañías no sólo están escogiendo el producto o servicio que ellas ofrecen sino también el aporte adicional que ellas realizan al incorporar estos criterios ESG.

La pandemia del Covid-19 demostró el significativo rol que juega la industria de la salud a nivel global y su enorme y positivo impacto social. De este sector depende ahora evidenciar su actuar coherente, socialmente deseable y sostenible, abrazando decididamente los estándares ESG.

*El autor es experto en políticas públicas en salud, Director de la Asociación Chilena de Derecho de la Salud, ha sido académico en diversas universidades chilenas sobre temas relacionados con sistemas de salud.

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El autor es abogado (Universidad de Chile) y Doctor en Derecho, Universidad de Friburgo, Alemania, experto en políticas públicas en salud, director de la Asociación Chilena de Derecho de la Salud, ha sido académico en diversas universidades chilenas sobre temas relacionados con sistemas de salud.

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