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Opinión

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Educación para el desarrollo sostenible y las competencias a desarrollar

Como parte de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) contemplados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas encontramos el objetivo 4, que busca “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”, y que específicamente en su meta 4.7 establece que para el 2030 se espera “asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”. 

Es por ello, que a nivel mundial se han desarrollado diversas iniciativas y movimientos que impulsan el concepto de la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) como una respuesta desde el sector educativo, en todos sus niveles, para contribuir a la formación de personas que tengan las competencias (conocimientos, habilidades y capacidades) para hacer frente a los grandes retos económicos, sociales y ambientales que plantea el desarrollo sostenible. 

En este sentido, la UNESCO ha definido algunas competencias clave que son fundamentales para la sostenibilidad, y que deben ser desarrollas a lo largo de la vida de las personas, considerando este enfoque de la EDS. Entre dichas competencias se encuentran el pensamiento sistémico, la habilidad de anticipación, la visión estratégica, la colaboración, el pensamiento crítico, la autoconciencia y la resolución de problemas. 

Todas y cada una de ellas son necesarias para poder analizar los retos complejos del desarrollo sostenible a partir de su entendimiento como un sistema; identificar y gestionar los riesgos con un enfoque preventivo; desarrollar con una visión estratégica acciones innovadoras que fomenten la sostenibilidad; implementarlas de forma colaborativa; cuestionar normas, prácticas y modelos para adoptar una postura en torno al tema; reflexionar sobre el rol que cada uno tiene en la sociedad y cómo puede contribuir desde su ámbito personal, familiar y/o profesional; e idear alternativas de solución que fomenten el desarrollo sostenible.

Para lograr ello, no sólo las instituciones educativas juegan un papel relevante en la EDS, sino también la familia, las comunidades y todo tipo de organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil, ya que todas ellas tienen un impacto en mayor o menor medida, y a lo largo de las diferentes etapas de la vida de las personas.

Esto incluye desde el establecimiento de políticas públicas, estrategias y programas educativos hasta la capacitación de los docentes en todos los niveles académicos, y el contar con aulas y entornos propicios para ello; pero también la inclusión del tema en los programas de formación y capacitación continua que las empresas y otras instituciones ofrecen a sus empleados, y en las campañas educativas que pueden lanzar para sus consumidores, clientes, proveedores, etcétera; así como a través de la educación formal y no formar que las diversas organizaciones de la sociedad civil pueden brindar.

De esta manera, la EDS requiere del compromiso de todos para poder avanzar en la Agenda 2030 y contribuir al logro de sus 17 objetivos, siendo el ODS 4 la base para ello, garantizando las competencias que se requieren para ello.

* El autor es Director Adjunto del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac (IDEA) de la Universidad Anáhuac México.

jreyes@anahuac.mx

Twitter: @J_ReyesIturbide

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