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Opinión

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Efectos económicos y conductuales de los desastres naturales

El espectro del cambio climático amenaza con empeorar los desastres naturales, la rápida urbanización, la migración forzada y las dificultades económicas para los más vulnerables”.

Tedros Adhanom investigador y director general de la OMS.

El desastre provocado por el huracán Otis en las costas del estado de Guerrero y específicamente el terrible daño que provocó en la ciudad de Acapulco, nos obligan a reflexionar sobre la magnitud del daño para miles de familias, así como acerca del impacto económico y la capacidad real de recuperación económica y social que se enfrentará en el futuro.

Conviene recordar que el concepto de resiliencia no se aplica, como muchas personas lo hacen equivocadamente, a la capacidad de resistir permanentemente un entorno, impactos o condiciones adversas; se refiere específicamente a la capacidad de un sistema, persona, sociedad o grupo, para reponerse de este choque y regresar a la condición previamente existente.

En este sentido, al hablar de resiliencia deberíamos entenderlo, como la capacidad y posibilidad real de que la sociedad, la comunidad, la ciudad y la región regresen, después de este terrible impacto, a las condiciones previas a la catástrofe, pero de acuerdo con interpretaciones más contemporáneas del término, un retorno a una realidad que mejore las condiciones existentes previas.

En este sentido, de acuerdo con el estudio Measuring social resilience: Trade-offs, challenges and opportunities for indicator models in transforming societies, de Copeland et al, en comunidades que enfrentan desastres, la resiliencia implica transformación, no implica necesariamente volver al lugar de punto de partida; implica sí, necesariamente, una transformación que a su vez requiere de condiciones para darle viabilidad.

Por su parte, en la investigación Behavioral Response to Natural Disasters, de Sebastian Prediger, se plantea ciertos elementos centrales que son relevantes para lograr resiliencia frente a desastres naturales. En primer lugar, la confianza; la que a su vez depende de la confianza existente en el entorno social antes del desastre, pero también de la respuesta institucional durante y después de la catástrofe. Respuestas poco claras que generan incertidumbre, afectan la confianza social y dificultan el retorno y reconstrucción hacia la una nueva normalidad.

Un segundo elemento que resulta importante para determinar la resiliencia frente a desastres natural, se refiere a nivel de altruismo existente y con el que se enfrenta y da respuesta a la catástrofe. En distintos estudios de múltiples catástrofes naturales alrededor del mundo, se ha encontrado que una respuesta altruista de la sociedad local y del entorno nacional o internacional, provoca un efecto benéfico que acelera la recuperación.

En el caso de México desafortunadamente, distintos factores han provocado que se tenga una respuesta mediatizada con posiciones por decir lo menos absurdas, que se niegan a apoyar la región como una especie derepresalia por sus preferencias electorales previas; evidentemente ello acentúa el nivel de desconfianza y el retardo del proceso de recuperación.

Otro elemento importante lo constituye la percepción de cooperación; históricamente que ha habido una operación entre instancias gubernamentales institucionales la sociedad afectada de distintos grupos de la sociedad que participan activamente apoyando el momento de emergencia y su posterior recuperación, a nivel mundial generan procesos no solo más acelerado de recuperación, sino adicionalmente permiten que el mismo proceso sea aprovechado para la reconstrucción, bajo condiciones más favorables para el entorno social.

En México enfrentamos una condición compleja en todos sentidos, la catástrofe se produce en un estado con enormes niveles de inequidad desigualdad social, en una ciudad que vive de una actividad que claramente quedará interrumpida por un espacio extremadamente largo, en un entorno donde la delincuencia había cobrado un poder enorme, lo que dificulta el restablecimiento de la normalidad. 

Sin embargo, como toda crisis, existe una oportunidad subyacente, en este caso de reconstruir una región que sea recuperada económica, resolviendo muchos de los problemas ancestral en materia de desigualdad, pero también delictiva que han enfrentado desde décadas.

En México enfrentamos una condición compleja en todos sentidos, la catástrofe se produce en un estado con enormes niveles de inequidad desigualdad social.

raul@martinezsolares.com.mx

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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