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Opinión

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El 2011, el año de…

Un programa que pretende transferir recursos de países desarrollados a naciones en desarrollo con el fin de evitar la tala de más bosques iniciará este año.

Aunque este año será clave para la estabilización económica mundial, entre desbalances en las balanzas comerciales y déficit fiscales, el 2011 podría marcar un cambio generacional en torno de la valoración de nuestro principal recurso: el bosque.

Esto puede sonar romántico, más aún porque es el Año de los bosques, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas. Pero yendo más allá del nombre y del marketing para los bosques, este año podría marcar el comienzo de una nueva forma de conservar y valorar estos rincones del planeta donde habita 80% de las especies sobre la tierra.

Todos sabemos que los bosques son inmensamente ricos, tanto que nadie se atreve a ponerle un valor real a sus activos o por lo menos no hay un consenso acerca de estos valores. La pregunta entonces es: ¿por qué estamos acabando con los bosques tan rápido? La realidad es que aunque sospechamos la riqueza de los bosques no hemos encontrado mecanismos de transferencia de recursos entre aquellos que los valoran más con los que lo valoran menos. Por ello, cada año talamos 16 millones de hectáreas de bosque en el mundo, más de dos islas del tamaño de Irlanda y 160,000 en México, cercano a 60% del estado de Tlaxcala.

Pese a lo anterior, en el 2011 arranca el programa Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation in Developing Countries (REDD, por su sigla en inglés), que pretende transferir recursos de países desarrollados a países en desarrollo para evitar la tala de más bosques. Dicho mecanismo permitirá, por vez primera, que los mercados de carbono, que hasta ahora han financiado proyectos de generación y ahorro de energía, financien proyectos que eviten una mayor deforestación. El programa nació en el marco de la preocupación por el cambio climático, debido a que los bosques, por un lado, disminuyen el carbono de la atmósfera (por la fotosíntesis que generan), mientras que, por el otro, evitan emisiones que se desprenden de los árboles que son talados.

Estas dos funciones son las que hoy brindan una esperanza para las miles de especies que habitan nuestras selvas y bosques, a pesar de las múltiples funciones que tienen estos ecosistemas. Los bosques son la principal fuente de recarga de los acuíferos del mundo y también el principal recurso de plantas medicinales y especies animales. De forma coloquial: preservar los bosques es como salvar cuatro pájaros de un tiro.

Esperemos que nuestros precandidatos presidenciales, que ya están muy activos, tengan el ojo bien puesto en el tema.

rgallegos@eleconomista.com.mx

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