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Opinión

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El capitalismo social

Aunque el capitalismo ha tenido un éxito indiscutible a la hora de reducir la pobreza global y reforzar el avance del progreso, y por tanto, debe defenderse, la sociedad sigue teniendo que enfrentarse a problemas importantes. Desde un punto de global, la pobreza está disminuyendo, pero sigue siendo un hecho cotidiano en la vida de muchas personas en todo el planeta. La clase media, a pesar de haber sido fruto del capitalismo, crece menos rápidamente por los retos de la globalización y el aumento de políticas intervencionistas. Incluso entre los países miembros de la OCDE, donde la pobreza multidimensional ha sido prácticamente eliminada (salvo en México y quizá Colombia), los miembros más ricos siguen teniendo dificultades a la hora de proporcionar asistencia sanitaria universal y una educación sólida a muchos de sus ciudadanos, como relata Daniel Lacalle en Libertad o igualdad, por qué el desarrollo del capitalismo social es la única solución a los retos del nuevo milenio (Deusto, Bilbao, 2020). 

Éstos son solamente algunos de los retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Las soluciones reales no vendrán del intervencionismo populista, que ofrece únicamente promesas mágicas que luego requieren una reparación permanente. Por el contrario, dichas soluciones vendrán de empresarios, emprendedores e innovadores, de una comunidad empresarial ágil y de ciudadanos que utilicen el dinero que tanto les ha costado ganar para fortalecer a la sociedad. El capitalismo ha generado el mayor aumento de bienestar social que el mundo ha conocido jamás, y continuará haciéndolo en todos los campos. Tenemos que aplicar el poder del mercado libre -junto con la debida intervención- para resolver los desafíos de la sociedad. Hay soluciones basadas en el mercado para todos nuestros problemas sociales. El mercado sin duda invertirá en ellas, siempre y cuando tengan sentido desde un punto de vista socioeconómico; y lo tienen, señala Lacalle. 

Ésta es la premisa fundamental del capitalismo social, una vía que ya representa un alejamiento de los extremos intervencionistas del proteccionismo y el socialismo. El capitalismo social, como su nombre lo indica, no aboga por acabar con el capitalismo como lo conocemos ni aboga por la intervención del gobierno en todos los aspectos de la economía. El capitalismo social, simplemente, aplica la habilidad del libre mercado y la competencia para resolver problemas sociales. Bajo este sistema, el sector privado, no el gobierno, realiza inversiones directas en bienestar social. Esto permite abordar los retos sociales, no mediante la acción del gobierno, la cual provoca ineficiencias y una inadecuada asignación de los recursos (por no hablar de explotación política), sino mediante soluciones de mercado, más eficientes y sostenibles. Por eso, el sector privado tiene que señalar el camino. Las empresas privadas, en conjunto, son capaces de generar bienestar social de manera más eficiente que cualquier agencia o administración pública. 

¿Por qué habrían de invertir las empresas privadas en bienestar social? Por la misma razón por la que invierten en cualquier cosa; es una buena oportunidad para desarrollar y fortalecer la economía, y con ello, la vida de las empresas. 

El capitalismo -sostiene Lacalle- siempre ha tenido como objetivo satisfacer las necesidades de los consumidores, es decir, el público y la sociedad. Las empresas estarán listas de realizar inversiones socialmente responsables que beneficien a la sociedad si dichas inversiones generan rendimientos socioeconómicos, cosa que indudablemente hacen. 

Las soluciones a los problemas tienen que tener sentido económicamente hablando o nunca serán sostenibles. Cualquier solución que sea ruinosa a corto, mediano o largo plazo sólo generará mayores crisis y recortes. Si confiamos en que el gobierno pague por soluciones “ineficientes”, que no tienen sentido económicamente hablando, todos nos quedaremos en la estacada cuando se agote el dinero ajeno. Y se agota. El capitalismo social, que consiste en la inversión privada en el bien público, es el mejor sistema para crear soluciones sostenibles que produzcan el máximo bienestar para todos. 

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