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El futuro del AIFA
Uno de los problemas que tiene que resolver la actual administración en el corto plazo es la estrategia para hacer del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) una infraestructura que llegue a consolidarse. De lo contrario, las apreciaciones sobre el fracaso del proyecto aeroportuario del sexenio serán algo más que profecías.
Desde luego que, como suele decirse, el hubiera no existe. Pero una de las premisas que debe tener un proyecto de esta naturaleza antes de iniciarlo es saber para qué se va a construir y cómo conectarlo con la ciudad o el centro urbano o industrial al que servirá. Si esto no se hizo, y en ello el AIFA no es el primero y probablemente no será el último aeropuerto que se construya sin estos presupuestos, en cambio sí se puede delinear un proyecto que bosqueje en el largo plazo una vocación, una serie de infraestructuras y otras propuestas que apoyen un desarrollo que sirva a la comunidad que lo rodea y que ayude a la economía nacional.
Debido a la magnitud real de esta terminal aérea y al lugar donde se encuentra, es difícil pensar que en el futuro pueda sustituir al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). En cambio, puede complementarlo dentro de los parámetros que permitan operar a ambos aeropuertos simultáneamente de forma segura.
Se ha pensado en la carga y, de hecho, el general Pastor ha dicho que ya se tiene (casi) toda la infraestructura para que las aerolínea cargueras que operan en el AICM se muden a este recinto. Eso significa que, si el gobierno se pone las pilas y consensa un plan de desarrollo urbano y económico que aproveche esta característica, la zona podría convertirse en un pivote que permita a los habitantes de esa región ver florecer a la industria, tener empleo, planear las zonas habitacionales con la infraestructura que requieran y aprovechar todo el corredor del Norte-noreste de la Ciudad de México, para albergar la vivienda que ya no es posible construir en la superpoblada urbe.
En realidad este (y para ser más exactos, unos kilómetros más adelante) es uno de los pocos lugares de la llamada megalópolis que podría aceptar nuevos asentamientos humanos con lo que se requiere para que tengan una vida digna.
Así se estudió desde hace años y se tradujo en un documento que hoy nadie conoce ni respeta, el Plan de Ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México. Este documento muestra que la aglomeración urbana del centro del país, es una megalópolis, un conglomerado de ciudades con su centro en la CDMX y una corona de ciudades medias que incluye Pachuca, Querétaro, Puebla, Toluca y Cuernavaca.
Desde luego que Santa Lucía quedaba en un sitio inapropiado para esto, pero ya que está aquí, el plan de ordenación puede servir de guía para llevar el desarrollo más al norte, donde existen terrenos, agua, zonas de conservación y además un plan bien estudiado para aprovechar plenamente esa vocación.
Esto incluye utilizar el AIFA como un medio de estructurar la infraestructura de transporte que haga accesibles las comunicaciones: tren, vialidades rápidas y otros proyectos que hagan de este sitio una opción real para viajeros y empresarios de la carga aérea. ¿Por qué no lo intentan?