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El hombre de Biden en México
En el gobierno de Biden hay incomodidad, por decirlo suave, con el de López Obrador, no han gustado algunas declaraciones del mandatario mexicano...
La noticia para el gobierno de México no es del todo buena, el presidente de Estados Unidos manda como embajador a un personaje de toda su confianza, con una trayectoria imponente, pero más aún, con una personalidad recia y definida. Ken Salazar es un abogado, para quien la ley se cumple y punto.
Llega con prioridades claras: defender la frontera común, el ataque a los grupos criminales, promover el empleo y el desarrollo y la protección de los recursos naturales. En todos los casos seguramente tiene instrucciones precisas de Biden
Kenneth Lee Salazar es todo un cowboy, viste sombrero, él mismo se identifica más como un ranchero que como político, desde 1860 que llegó su bisabuelo su familia se dedica a las labores del campo, nació en Alamosa, Colorado, tiene 66 años de edad, sabe de la pobreza porque su familia pasó serias vicisitudes. Ha sido senador, Secretario del Interior con el presidente Obama y Fiscal del estado de Colorado. Tiene amplia experiencia como abogado, particularmente en la defensa de empresas de energía.
Para quienes quieren presentarlo como defensor de los hispanos hay que advertirles, que ante todo es un patriota al estilo estadounidense, habla bien castellano, pertenece a la cuarta generación de una familia que provine de España. Salazar conoce y defiende la causa migrante, pero desde la legalidad y la defensa de los derechos humanos.
La relación entre Ken Salazar y Joe Biden se fortaleció cuando coincidieron en el Senado, después en el gabinete de Obama; comparten afinidades como la religión, son católicos, el futuro embajador asistió al Seminario de St. Francis en Colorado, ambos son abogados.
Hay que decirlo, en el gobierno de Biden hay incomodidad, por decirlo suave, con el de López Obrador, no han gustado algunas declaraciones del mandatario mexicano, la complaciente actitud hacia los carteles, el trasiego de drogas, en especial de fentanilo, el crecimiento del flujo migratorio y, desde luego temas legales como los vinculados con las empresas energéticas y de paso la demanda contra las productoras de armas.
Hay prisa en las autoridades estadounidenses, la presión de los republicanos que insisten en señalar que hay crisis en la frontera que se confirma con la llegada de centenares de migrantes procedentes de México y de Centroamérica, en particular porque no tiene fin ni control el número de niños no acompañados que buscan entrar a Estados Unidos.
Por todo lo anterior, se produjeron al mismo tiempo la ratificación de Salazar, la llamada telefónica del presidente de México con la Vicepresidenta Kamala Harris y la visita del grupo de alto nivel encabezado por el Asesor en Seguridad Nacional, Jake Sullivan, a quien acompañó el Secretario del Interior, Alejandro Mayorkas, entre otros funcionarios.
Antes de la elección del próximo año, Biden quiere echar toda la carne al asador en materia migratoria, pretende controlar la frontera y al tiempo su partido promueve la estrategia de la Reconciliación, cuya meta es legalizar la estancia de unos seis millones de ciudadanos entre jóvenes soñadores, trabajadores esenciales dedicados al campo, la construcción, los servicios y aquellos que cuentan con estatus de estancia temporal.
López Obrador recibirá más de ocho millones de vacunas, pero ya le habrán dejado claro que deberá hacer más para frenar el cruce de migrantes que llegan a la frontera y que en la Casa Blanca esperan mayor acción contra los grupos criminales porque al parecer no les gusta mucho eso de abrazos no balazos.