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El manejo del dinero y el ahorro popular
Hace algunos años escribí sobre la tradición del ahorro popular en México. Lamentablemente muchísima gente sigue haciéndolo de manera informal, corriendo riesgos elevados, por varias razones entre las que podemos destacar la falta de cercanía y de confianza hacia el sector financiero formal.
A veces es difícil entenderlo, sobre todo para aquellos que hemos vivido siempre en la economía formal. Para mí tener una cuenta bancaria, por ejemplo, es algo normal. Desde que inicié mi vida laboral hace casi 25 años, me han pagado mediante depósito a mi cuenta. Jamás recibí efectivo. No pago comisiones porque soy inteligente e inquieto. Sé buscar.
Pero también hay mucha gente que siempre ha estado acostumbrada a manejar efectivo. A veces se nos olvida que este es un país en el cual más de 40% de la economía es “informal” y se maneja principalmente con billetes y monedas. También hay mucha población en comunidades apartadas.
Estas personas ven poco beneficio en manejar una cuenta bancaria. Es más, lo ven como un costo. En México se ha tratado de promover inclusión financiera a través de “corresponsales bancarios”, como por ejemplo las tiendas de conveniencia o las oficinas de telégrafos. Como los bancos no están cerca, la gente puede depositar o retirar dinero a través de ellos. El problema es que cobran bastante por cada movimiento.
Estas personas piensan: ¿Para qué abrir una cuenta bancaria, si los bancos me quitan dinero (a través de comisiones)? Además, mucha gente sabe que el tener su dinero en el banco los pone en la mira del SAT. Muchos negocios formales incluso manejan buena parte de sus recursos en efectivo para no tener que declarar esos ingresos, o poder evadir el IVA.
Pero lo que no ven es que el acceso al sector financiero formal es mucho más que eso. Por un lado, les brinda acceso a inversiones (por ejemplo, para abrir una cuenta en una casa de Bolsa o en una empresa fintech se requiere una cuenta de banco). También puede abrir las puertas a créditos, que, aunque son caros, a veces se necesitan para financiar ciertas actividades o para crecer un negocio.
¿Cómo le hacen estas personas para ahorrar entonces? La mayor parte de la gente utiliza dos mecanismos:
1. El ahorro en alcancías, los guardaditos o el dinero bajo el colchón. Ésta es la peor forma de ahorrar, ya que este dinero va perdiendo, todos los días, su poder adquisitivo. Además del alto riesgo de robo. No obstante, es una práctica muy popular. Mucha gente prefiere tener su dinero consigo, porque desconfía de todo lo demás. Esto incluye a las personas que compran otras monedas (dólares o centenarios) y las guardan en casa.
2. Las tandas, que siguen siendo mecanismos muy comunes de ahorro popular. Consisten en la reunión periódica de un grupo de personas, que aportan una cantidad determinada de dinero a un fondo. En cada junta, el fondo se sortea entre los participantes, de forma tal que los ganadores dejan de participar en los sorteos sucesivos, aunque siguen teniendo la obligación de aportar.
Por lo tanto, al final de este proceso, todos habrán resultado ganadores del fondo sorteado, cuyo valor, será igual al monto total aportado por cada individuo.
Aunque las tandas tampoco conservan el poder adquisitivo del dinero ahorrado, tienen el gran atractivo de que todos los participantes obtienen el monto que requieren (el fondo) antes que si hubieran tratado de reunirlo manera individual (excepto el último).
3. Las cajas populares (sociedades financieras populares o sociedades cooperativas de ahorro y préstamo), que hoy en día están reguladas y supervisadas (aunque hay que tener cuidado, porque siguen existiendo muchas que operan de manera irregular). Desde mi punto de vista, el fortalecimiento de estas empresas (permitirles una mayor variedad de servicios) sería clave para lograr una mayor inclusión financiera en nuestro país, porque brindan a sus socios beneficios reales (tasas de interés atractivas tanto para ahorros como para créditos), además de que suelen ser mucho más cercanas a la gente.
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