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Opinión

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En busca del tiempo perdido: un TLC con Corea del Sur

Le gustó interpretar el triple papel protagónico de líder religioso, historiador y analista de medios, pero de comercio casi no habló.

No defendió los intereses de los mexicanos en el exterior.

No habla del Acuerdo Global con la Unión Europea ni del Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur.

Es el presidente Andrés Manuel López Obrador, para quien, al parecer, el extranjero es habitado por extraterrestres.

“La ausencia de una política industrial” influyó para no acelerar negociaciones con los coreanos, me comenta Luis Quintana, profesor de Economía en la Universidad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM.

También influyó la etapa final de la negociación del T-MEC. Monopolizó la materia de gestión comercial por parte del Gobierno.

En marzo de 2022 la entonces secretaria de Economía Tatiana Clouthier anunció de manera oficial la reapertura de las negociaciones del tratado de libre comercio con los coreanos. La ventanilla había sido abierta por primera ocasión en 2001.

La renuncia de Clouthier dejó en el fondo del laberinto burocrático el TLC.

México y Corea del Sur “han visto intensificar sus relaciones comerciales, lo que ha convertido a México en el principal socio comercial de Corea del Sur en América Latina, y ha dado lugar a una estructura comercial de complementariedad con ventajas para México en el comercio de combustibles minerales, lubricantes, maquinaria y equipo de transporte”, cometa Luis Quintana.

La evolución de comercio entre México y Corea del Sur se ha multiplicado por más de 30 veces desde 1993 y la inversión directa en México se ha incrementado desde el 2010 teniendo como saldo acumulado 8,000 millones de dólares desde 1999 al 2021. Esto se ha materializado en 2,050 empresas coreanas (“Efectos económicos de la complementariedad comercial en la negociación de un tratado de libre comercio entre México y Corea del Sur”, escrito por Luis Quintana, Nam Know Mun y José Álvarez-García, publicado en la revista El Trimestre Económico, abril-junio 2023).

Las ventajas para México de un TLC con Corea recaerían en diversos sectores. Uno de ellos es el agrícola. El país asiático es un comprador neto de alimentos lo cual abre la posibilidad para que el sector agropecuario mexicano encuentre una válvula de escape a la crisis estructural que ha tenido por décadas.

Corea del Sur también es un importador de combustibles y productos minerales, sectores que beneficiarían a vendedores mexicanos.

Rodrigo Morales, investigador y estudiante del doctorado, también en la FES Acatlán, me comenta que el valor agregado de México en el comercio bilateral ha ido incrementando en los últimos años: pasó del 7.7% entre el año 2000 al 2017, al 25.4% entre el 2017 y 2021.

En el próximo gobierno mexicano tendría que venir “una diversificación de sectores y una segunda ola del nearshoring”, comenta Morales.

Un TLC abriría la posibilidad de eliminar aranceles o la reducción en algunos sectores, por lo que un sistema de preferencias comerciales evitaría pagar los aranceles ponderados que para el sector agrícola llegan a 85%.

Uno de los miedos que tienen empresarios mexicanos se localiza en el sector del acero. Sin embargo, el TLC de México con Japón, país que ocupa el tercer lugar mundial en la producción de acero, no ha afectado a la industria mexicana.

La pregunta está sobre la mesa: ¿Al próximo gobierno le interesará el comercio internacional?

Twitter: @faustopretelin

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Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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