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Error de México en Naciones Unidas
Sería bueno que el presidente Peña se abstuviera de ingresar al mundo de la fantasía de Trump.
Abstenerse también es votar. El pasado 21 de diciembre México no quiso rechazar la versión fantasiosa de Trump y Kushner sobre el conflicto entre Israel y Palestina.
Entre abetos, luces navideñas y pastores de Belén (pero de los nacimientos), el gobierno del presidente Peña Nieto se distanció de 128 países de Naciones Unidas pero, sobre todo, de los principios diplomáticos de México, al no rechazar la decisión que tomó el presidente de Estados Unidos sobre el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y su derivada diplomática sobre el traslado de la embajada de Tel Aviv hacia la capital bíblica. Si el escenario idílico de la paz se encontraba distante antes del 21 de diciembre, la decisión que tomó Trump tira al abismo la posibilidad de una mediación estadounidense. Por esta razón México tuvo que haber votado en contra de la decisión de Trump. Estados Unidos no será mediador.
“El voto es el instrumento más poderoso jamás concebido por el hombre para derribar la injusticia y destruir las terribles paredes que encarcela a hombres por ser diferentes de otros hombres”. Al parecer, el espíritu de la frase de Lyndon Johnson fue marginado por Juan José Gómez Camacho, Representante Permanente de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU); uno de los más distinguidos embajadores que tenemos en la actualidad. Lo conozco, y por lo tanto, es difícil de creer que las líneas que eligió para justificar la abstención reflejen su auténtica postura sobre un tema que ha sido pésimamente manejado por el aprendiz Jared Kushner.
“México no considera que sea positivo ni útil para el proceso de paz, una declaración unilateral para reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Pero tampoco es útil y es desproporcionado tener una sesión de emergencia Unión Pro-paz de la Asamblea General para rechazar tal declaración”, escribió Gómez Camacho.
La explicación del embajador mexicano suena equilibrada pero la sesión pro-paz no es baladí si se incorpora la visión autócrata del presidente de Estados Unidos, y en particular, los dados cargados que su yerno, Kushner, presenta sobre la mesa del conflicto palestino.
El presidente Peña recurre por segunda ocasión a decisiones que alejan a México de sus ya clásicos principios diplomáticos. La primera decisión inexplicable fue el haber apoyado al presidente de India, Narendra Modi, de entrar al club de países proveedores de armamento nuclear siendo India un país que no suscribe tratados internacionales sobre la no proliferación.
Sobre el conflicto entre Israel y Palestina, México se ha acercado históricamente a la posición de Francia.
En octubre del 2016, el presidente Peña tuvo que despedir a Andrés Roemer como embajador ante la UNESCO debido a que se ausentó durante la votación en la cual se aprobó una resolución acerca de la relación entre el Monte del Templo en la antigua Jerusalén y los judíos. La instrucción del presidente hacia Roemer, de acuerdo con el subsecretario de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, Miguel Ruiz Cabañas, fue que se abstuviera. La decisión no se le comunicó. La versión de Roemer era que siguiera los pasos de Francia, quien votó contra Israel. Es decir, a favor de desligar el Monte del Templo de la antigua Jerusalén y los judíos.
Ahora, la abstención para salvar al TLCAN. Que así sea.