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Escuelas con horario extendido: La clave contra la violencia y para la equidad de género
Una sociedad pacífica no solo es responsabilidad de las instituciones de seguridad pública y del sistema de justicia, sino de la educación y el sano desarrollo de la infancia. De igual forma, para garantizar la equidad de género es necesario brindar soluciones efectivas que empoderen a las mujeres. Por eso, hoy escribo sobre la importancia de las escuelas con horario extendido, un programa cuya cancelación ha puesto en riesgo el bienestar de nuestras niñas, niños y madres de familia.
Las escuelas con horario extendido brindan a la infancia un ambiente seguro y alimentos sanos, lo que disminuye su vulnerabilidad frente a la delincuencia organizada y su “atractivo” financiero. Estos programas han demostrado tener resultados significativos en la reducción de la criminalidad entre los jóvenes, quienes reciben mayor atención de los adultos mientras participan en actividades deportivas, culturales y de aprendizaje.
En un mundo donde al menos del 80% de los adolescentes de 11 a 17 años no realizan actividad física suficiente, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2019, el deporte que realizan en los horarios extendidos escolares es un método inigualable para prevenir problemas como la obesidad y la violencia. Actualmente, las escuelas de nivel básico imparten solo una hora de Educación Física a la semana, mientras que en Europa el mínimo es de tres horas semanales y el ideal serían cinco horas a la semana: por lo menos una diaria.
Aunado a lo anterior, las actividades extracurriculares de las escuelas con horario extendido son una gran oportunidad que puede coadyuvar al desarrollo transversal de los conocimientos académicos y las habilidades blandas de los estudiantes, tales como el pensamiento crítico, la comunicación asertiva y la creatividad. Además, es posible incorporar una metodología STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas), con lo que aprenderían mediante la experimentación y la práctica, fortaleciendo su autonomía y confianza.
En 2020, el programa de Escuelas de Tiempo Completo (ETC) tenía presencia en todo el país, con cobertura en más de 25 mil escuelas, donde se atendía a 3.6 millones de alumnos. Al tiempo que brindaban la oportunidad a las mujeres de tener acceso a un trabajo digno, las ETC garantizaban a sus hijos el acceso a sus derechos sociales de educación y alimentación. La escuela es el único lugar donde millones de niños pueden tener acceso a la alimentación y, si estos pequeños no se alimentan de forma adecuada, tendrán serias dificultades para aprender y su rendimiento escolar disminuirá irremediablemente.
La suspensión de este programa afectó a millones de madres de familia, quienes aún enfrentan retos importantes para encontrar un empleo digno, y contaban con las escuelas de tiempo completo como único apoyo para poder trabajar. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), el 70% de las mujeres mexicanas que trabajan son madres y, de ellas, el 58% trabajan en el sector informal, sin prestaciones ni seguridad social. Además, el 35% solo pueden trabajar 35 horas a la semana o menos debido a la sobrecarga de labores de cuidados y tareas domésticas.
Está comprobado: una de las políticas públicas que más contribuyen a cerrar la brecha de género y fomentar el sano desarrollo de la niñez es el Programa de Escuelas de Tiempo Completo. Estamos obligados a recuperar los avances de este programa e incluso a mejorarlos, incorporando nuevos métodos de enseñanza, educación creativa y mayores opciones de actividades deportivas. Así, no solo fortaleceremos a nuestras infancias, al no dejarlas expuestas al abandono, el rezago y la desnutrición, sino que impulsaremos el talento de millones de mujeres mexicanas que actualmente no cuentan con la posibilidad de trabajar, el empoderamiento de las mujeres es clave para forjar un mundo más justo y equitativo.
*El autor es director general de Fundación Azteca de Grupo Salinas.