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Esta oscilante economía
Si bien octubre nos trajo ciertas esperanzas de recuperación, fincadas en indicadores de crecimiento sostenido, este pasado noviembre puede significar el inicio de un ciclo de ralentización preocupante. Lo anterior, se puede constatar si se observa el comparativo de avance del Producto Interno Bruto en relación con el anterior mes de octubre. Noviembre viene a significar un freno donde tan solo se crece un 0.5% conforme a lo informado por el Inegi en datos preliminares del Indicador de la Actividad Económica más reciente.
En este escenario, sigue destacando la perniciosa ausencia de inversión suficiente, así como diversos factores que pueden extenderse hacia el primer trimestre del 2022, con una notoria afectación a los pronósticos de crecimiento que, desde las fuentes gubernamentales, se estiman en 4% para el próximo año. Aclaremos, no es que exista un punto de quiebre notorio en el pasado mes, pero sí es cierto que, si nos adentramos a algunos indicadores, se pueden marcar tendencias que difícilmente encuentran reversión en tiempos breves. Y todo ello en el corto paso de escasos 30 días donde indicadores como el manufacturero, las ventas domésticas de automotores, el precio de exportación de petróleo, el número de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social, entre otros, presentan avances numéricos más modestos que los encontrados en la tendencia de ocho meses anteriores.
Con estas señales bien valdría la pena el tomar ciertas medidas. Por ejemplo, existen previsiones de ingreso basadas en metas tributarias sumamente desafiantes. Con un nivel de ingreso deteriorado y un indicador inflacionario que tiende a establecerse al alza, el nivel de cumplimiento del contribuyente puede verse afectado hasta llegar al grado de la insolvencia. Por otra parte, la reactivación mundial, oscilante también en periodos cortos de pausa y aceleración, presionan los precios internacionales de combustibles, muy demandados en inviernos cruentos como el que posiblemente se avecina. Ahí, las gasolinas y el gas importado, podrían representar un riesgo adicional para el que no nos estamos preparando.
Una cuestión adicional que vendría a lesionar hondamente las ya deterioradas finanzas de la empresa nacional Petróleos Mexicanos; es la posible disparidad entre el estimado y el real tipo de cambio. Según analistas internacionales, es muy posible que el precio del dólar se vea presionado al alza para el primer trimestre del año entrante, con lo cual se dispararían la deuda externa de Pemex, CFE y en general del gobierno federal. No se ha sido claro si existen previsiones que, mediante la contratación de coberturas puedan atemperar un posible imprevisto ocasionado por las condiciones mundiales en este tema.
A pesar de que la información proveída por el Inegi no es caótica, la caída continuada en datos de manufactura, comercio exterior, servicios profesionales y técnicos, si representa una afectación de cuidado. A tomar previsiones, que ya llega bravo el 2022.
Twitter: @gdeloya