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Opinión

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Guatemala, una historia que ni Netflix la imagina

Sandra Torres es una política tramposa.

En 2011 se divorció del presidente Álvaro Colom con el único objetivo de tomar la estafeta.

Si la Constitución guatemalteca prohíbe la sucesión familiar en la casa presidencial: ¡solución! Nos divorciamos. Un juez lo impidió. Un chiste no puede ser suficiente para convertirse en presidenta.

Sandra Torres perdió las elecciones presidenciales el pasado domingo frente a Bernardo Arévalo.

Lo ocurrido tiene su semilla en 2015: el presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta y amante Roxana Baldetti fueron trasladados a la cárcel por haber dirigido una banda de corruptos llamada La Línea.

La investigación judicial fue impecable; la realizaron el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un brazo judicial de la ONU.

La Línea era una red de contrabando instalada en las aduanas de Guatemala. Roxana Baldetti y su secretario particular Juan Carlos Monzón se encontraban en Seúl el día en la CICIG reveló audios con los que demuestra su participación en La Línea.

Junto al presidente Pérez Molina, Baldetti y Monzón, cayeron varios ministros. También estuvo involucrado el director del Banco Central, Julio Suárez. El 21 de mayo de 2015 fue arrestado.

Un cómico, Jimmy Morales, se presentó a las elecciones a través de un partido conservador fundado por militares. Morales nunca fue el favorito. Su partido se ubicaba en cuarto o quinto lugar en las encuestas, pero la buena suerte (mala para los guatemaltecos), lo empujó hacia la presidencia.

La Corte Suprema canceló dos candidaturas por anomalías administrativas, decisión que allanó el paso al cómico.

El cómico y uno de sus hermanos saltaron a la pantalla en el programa Moralejas (una especie de Los Polivoces mexicanos).

Morales fue un presidente corrupto. Gracias al trabajo de la CICIG llegó a la presidencia, pero en lugar de agradecerlo, la expulsó. La CICIG demostró que uno de sus hijos y su hermano incurrieron en actos de corrupción.

Alejandro Giammattei, actual presidente de Guatemala, es un personaje que continuó los pasos de Morales. Acusado por haber recibido sobornos, no quiso saber nada de la CICIG ni de El Periódico, diario que demostró su perfil autócrata. Hoy, el dueño del periódico está en la cárcel acusado de lavado de dinero.

Los brazos de Giammattei llegan a la zona de los jueces. Su fiscal José Rafael Curruchiche no puede ingresar a Estados Unidos.

Bernardo Arévalo, diplomático, ocupaba el octavo lugar en las encuestas antes de la primera vuelta. El domingo, ganó las elecciones en contra de la tramposa Sandra Torres.

La vida da vueltas. Guatemala tiene esperanza de renacer.

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

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