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Opinión

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¿Hacia dónde se dirige la política económica del segundo piso de la Cuarta Transformación?

En la conversación pública, ante la creencia generalizada de que la candidata presidencial de Morena construirá “el segundo piso de la Cuarta Transformación” de llegar a la presidencia, la pregunta que se formula es si Claudia Sheinbaum se desmarcaría en las políticas públicas que López Obrador impulsó en su administración. El argumento es incontrovertible: salvo la excepción de Plutarco Elías Calles, que pudo mantener su gobierno en los siguientes presidentes en el conocido Maximato, el propio Calles resultó paradójicamente expulsado del país por el presidente Lázaro Cárdenas, los demás ciclos presidenciales han seguido una lógica que marca la evidencia de la historia en la política mexicana: el presidente en turno, a medida que se acerca su fin de sexenio, “disminuye, mientras el otro es glorificado”. Sin embargo, a diferencia de sexenios pasados, la candidata oficialista insiste en el discurso, en la continuidad del régimen y en aceptar una agenda transexenal impuesta por su antecesor.

Es imposible negar el liderazgo moral de López Obrador en la construcción del imaginario colectivo de la cuarta transformación como un cambio de régimen. Pero, hay que decirlo, de ganar la presidencia la candidata del oficialismo, la nueva presidencia tendría dos escenarios complicados para dar continuidad a las actuales políticas públicas: el serio pasivo financiero que heredará, sólo en 2024 un déficit de 6%, cuyo pago en su totalidad costará tres billones de pesos y al menos, un billón de intereses de este déficit; y una dificultad de tipo práctico: el boquete financiero que existirá de no haber una reforma fiscal para pagar y mantener las grandes obras y programas de este sexenio –Tren Maya, Refinería Dos Bocas, aeropuertos, la red de trenes, apoyo a pensiones, becas, subsidios de ‘Sembrando Vida’-, y el gasto para solventar las necesidades del sector energético y otros más, como el sector salud, educación, agua, y el despliegue de infraestructura para atraer inversiones. Además, en materia de pensiones, el acelerado aumento de compromisos puede poner en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas. Según cálculos del CIEP y del IMCO, la dinámica poblacional y actualizaciones de montos por inflación, para 2030 exigiría un gasto del orden del 7.1 por ciento del PIB, dado que la pirámide poblacional se irá invirtiendo; para el 2050 el 25.7% de la población total del país tendrá 65 años o más, el doble de la cifra actual de 12.8%.

De acuerdo al prestigioso economista Macario Schettino, el problema que ahora se enfrenta es cómo financiar los sueños, y si el objetivo es regresar a México a los años setenta, eso incluye, paradójicamente, tener crisis fiscal al término del sexenio, como ocurrió en 1976, 1982 y 1987. En los tres casos, la crisis tuvo su origen en excesos de gasto público que no pudieron financiarse con ingresos. En algún momento se llega al límite, y cuando este se traspasa, es cuestión de tiempo que deba aplicarse un ajuste, el cual implica reducir gasto, incrementar impuestos y elevar las tasas de interés (Macario Schettino, México en el precipicio, Ariel, México, 2022, p. 151).

En materia energética, el desafío que enfrentaría la candidata, de llegar a la presidencia, es enorme. Como señala México Evalúa, la renta petrolera de México ha sido un componente relevante de los ingresos fiscales, concebida por décadas como una fuente para detonar el desarrollo económico del país a través del financiamiento de un porcentaje significativo del gasto público. Entre el año 2000 y el 2023, a precios de 2023, la renta petrolera acumulada sumó el equivalente a 34 billones de pesos, de los cuales el 58% financió gasto público y el 32% se mantuvo en Pemex. Sin embargo, entre 2019 y 2023 esta proporción se invirtió con Pemex reteniendo el 62.3% de la renta mientras que el Gobierno Federal retuvo el 37.6%. En 2023, los ingresos petroleros registraron 1 billón de pesos, distribuidos entre el Gobierno Federal y Pemex en una proporción de 32% (356 mmdp) y 68% (733 mmdp), respectivamente. Este cambio implicó una renuncia de la sociedad mexicana al acceso a los derechos financiados con recursos de la renta petrolera, ya que el vacío presupuestario dejado por la reducción de la recaudación gubernamental no ha sido compensado por otras fuentes.

Además, la declinación de la plataforma petrolera en el tiempo contribuye a la incertidumbre sobre la renta petrolera. Aunque en 2023 la plataforma de producción se estimó en 1.872 millones de barriles diarios (mdbd), para el cierre del año la producción alcanzó solo 1.652 mdbd. Las reservas petroleras del país han disminuido un 47.35% entre 2012 y 2023 y un 8.07% entre 2019 y 2023. El Gobierno federal ha apoyado a Pemex con un total de 1.6 billones de pesos desde 2019, incluyendo aportaciones de capital, estímulos fiscales y otros apoyos financieros. Este apoyo sería equivalente a la compra de 33 refinerías como Deer Park de Shell en Estados Unidos.

En materia eléctrica, el reto no es menor. Aunque la Comisión Federal de Electricidad está en mejores condiciones financieras que Pemex, pues conserva un patrimonio positivo y la visión a largo plazo por la transición energética puede abrir múltiples puertas a nuevas inversiones, su plan de negocios sigue anclado en la quema de combustibles fósiles como principal insumo de generación. Recientemente, por las fuertes oleadas de calor en el territorio, el Sistema Eléctrico Nacional cayó en alertas operativas y apagones programados por la inestabilidad de la red y la incapacidad para suministrar el exceso de oferta de energía que requería la demanda de electricidad que subió a consecuencia de la necesidad de la población para enfriar alimentos, bebidas y ambientes.

Esta crisis, al parecer se repetirá en futuras semanas y años, pues las inversiones necesarias de la CFE no alcanzan a cubrir los requerimientos técnicos que requiere la expansión de la economía con todo lo que eso implica: más digitalización, electromovilidad, bombeo de agua, y confort térmico para adaptar los hogares, edificios y transporte a los aumentos de temperatura por el cambio climático. Expertos en proyecciones del sector han calculado que con la llegada de las nuevas inversiones por el Nearshoring, sería indispensable invertir 6,000 mmdd anuales. Actualmente, la CFE invierte en promedio anual entre 15% y 20% de ese monto, con lo que claramente las políticas actuales en materia eléctrica, que desincentivan la inversión al obstaculizar en términos regulatorios la inversión y aumentan la incertidumbre jurídica en el sector, no son un camino adecuado para dotar al sistema energético de la capacidad que el consumo creciente requiere, como lo ha señalado México Evalúa y el IMCO.

Además, sabemos que las pérdidas ocasionadas por las equivocadas políticas públicas llevadas a cabo en este sexenio nos costarán en el futuro si se pretenden reorientarlas para atender las necesidades que demanda la sociedad. La cancelación y construcción del nuevo aeropuerto, la falta de infraestructura educativa, la reconstrucción del sector salud, el sistema de cuidados, el lanzamiento de un nuevo sistema de seguridad y justicia son solo algunos ejemplos de los retos que deberá enfrentar la próxima administración. Según cálculos de especialistas, las pérdidas ascienden a 140 mil millones de dólares, como lo ha documentado el periodista Pablo Hiriart, quien ha llamado a este costo de oportunidad el "costo de la locura". Esta situación recuerda al sexenio de la austeridad de Miguel de la Madrid, que asumió un alto costo social para reparar las consecuencias de la administración dispendiosa de José López Portillo.

Las cualidades políticas y las habilidades técnicas de los futuros funcionarios en los poderes Ejecutivo y Legislativo estarán a prueba si ganan la elección. A diferencia del 2018, el discurso deberá ajustarse a una factibilidad muy restringida, determinada por la fragilidad de unas finanzas públicas muy deterioradas. El desafío de equilibrar una visión científica y racional con las demandas políticas y sociales del país, junto con la herencia de un discurso que despierta pasiones y sentimientos radicales será crucial para evitar caer en poderosos ciclos de endeudamiento. Entonces, en el hipotético segundo piso de la Cuarta Transformación ¿prevalecería la política o la ciencia?

*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana.

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