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Opinión

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Inauguren Dos Bocas, pero clausuren Minatitlán

Al arranque de este sexenio, Pemex estimó los flujos de efectivo a futuro de su refinería de Minatitlán —la tercera más grande del país y la última en reconfigurarse— en 61,673 millones de pesos. Cuatro años después, ya habiendo gastado más de 10,000 millones de pesos en su rehabilitación y mantenimiento, su valor de uso había caído en 94%, a apenas 4,061 millones de pesos. La suma de sus deterioros netos en 2020, 2021 y 2022, tal cual como los reportó Pemex, fue de 59,612 millones de pesos.

Después de esta racha, era casi imposible que Minatitlán no se volviera la peor refinería del país. En 2022, fue la quinta refinería (de seis) del sistema nacional de refinación en procesamiento total de crudo. Pero prácticamente la sexta en términos de producción de gasolina. Aunque produce más gasolinas que la de Madero, prácticamente el 10% de su producción es de gasolina base equivalente a la “Nova” (de 81 octanos), que desapareció de las gasolineras mexicanas en los años 90. Sigue muy lejos de alcanzar un factor de utilización competitivo.

Pero la situación todavía puede empeorar más. Para 2023, Minatitlán tiene un presupuesto de 3,107 millones de pesos. Hablar de daño patrimonial siempre suena demasiado formal, ¿pero informalmente hay una mejor definición de aventarle dinero bueno al malo que gastar en el mantenimiento de un año el 76.5% de los flujos a futuro de un activo?

Por supuesto que, para seguir operando, necesita mantenimiento. De 2021 a la fecha, la refinería de Minatitlán ha sido protagonista de al menos dos incendios mayores, resultando en pérdidas humanas. Un reporte de la ONG estadounidense Friends for the Earth concluye que “la refinería de Minatitlán no parece ser una instalación segura”. En su reportaje de los impactos ambientales de la refinería de Minatitlán, Diego Badillo de El Economista la llamó “un incesante foco de contaminación en el Istmo Veracruzano”. Quizás porque no tiene a Monterrey de vecino, la refinería de Minatitlán vuela más bajo el radar que la de Cadereyta. Pero no puede ser coincidencia que Minatitlán sea uno de los tres municipios de Veracruz con peor calidad del aire. Su perfil de emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de la indisponibilidad de datos públicos atribuibles a la refinería, difícilmente sería diferente. 

La pregunta es si, en vez de cientos de millones de dólares en inversión sin rendición de cuentas, esta refinería no merece la clausura permanente. Claro que, en un contexto político tradicional, una propuesta de este estilo es impensable. La refinería de Minatitlán genera miles de empleos directos e indirectos para el sureste mexicano. Y, con el foco que esta administración ha puesto en la producción de litros de petrolíferos hechos en México, hasta los de gasolina Nova de Minatitlán parecen sumar.

Pero la inauguración de Dos Bocas, cuando ocurra, ofrece una ventana de oportunidad irrepetible. Permite compensar los impactos negativos (en términos de empleo) de cerrar permanentemente una refinería con nuevos empleos generados – y en el mismo sureste. Lo mismo con la actividad económica. También permite compensar la pérdida en litros de gasolina producida con otros de mucho mejor calidad y que implican una mucho menor huella ambiental. No es que Dos Bocas, al final y al cabo otra refinería, sea un ejemplo de infraestructura verde. Pero a estas alturas es virtualmente imposible que resulte peor que Minatitlán.

Justo por eso la propuesta sólo se termina de redondear por el otro lado. Si no es cerrando la peor refinería del Sistema Nacional de Refinación, ¿se les ocurre otra forma de compensar, aunque sea parcialmente, haber construido una refinería que por su estructura de costos está condenada a no ser rentable?

Twitter: @pzarater

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