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Opinión

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Inflación e informalidad, retos de la pobreza laboral 

De acuerdo con la última actualización del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) del pasado 19 de agosto, la pobreza laboral a nivel nacional en el segundo trimestre de 2022 -es decir, el porcentaje de la población cuyo ingreso laboral no es suficiente para adquirir una canasta alimentaria básica- se ubicó en 38.3%. Esto significa una reducción de 1.6 puntos porcentuales con respecto al segundo trimestre de 2021, con lo cual se mantiene una tendencia decreciente del indicador desde el tercer trimestre de 2020. 

Tener a un tercio de la población sin la capacidad de costear una canasta básica de alimentos es a todas luces un nivel preocupante. A eso hay que añadir que dicho nivel sigue por encima del nivel pre pandemia (36.6% en el primer trimestre de 2020), por lo que el camino en la reducción de la pobreza en México aún es largo. Dos factores en el corto plazo se plantean como los principales retos para seguir en la senda de reducción de los niveles de pobreza: la inflación y el empleo informal.

Alcanzando un nivel general anual promedio de 7.8% en el segundo trimestre del año, la inflación elevada de los últimos periodos ha afectado el bolsillo de la población mexicana. Si bien este factor es especialmente agravante para la población con menos recursos (ya que un incremento de precios podría significar pasar de una situación de vulnerabilidad a una de carencia), el daño se hace evidente cuando se observa que los valores monetarios de las canastas de consumo que determinan la Línea de Pobreza Extrema por Ingresos tuvieron un incremento anual promedio en este segundo trimestre de 12.6% y 12.0% para el ámbito rural y urbano, respectivamente. 

Por otro lado, en este periodo de referencia la población que labora en situación de informalidad representó más de la mitad de la población ocupada (55.7%). Los menores salarios y la falta de acceso a seguridad social de estos empleos, generan condiciones de precariedad que posicionan a sus trabajadores en una situación de vulnerabilidad. Tan solo la brecha entre el ingreso laboral mensual real promedio de la población ocupada formal ($9,312 pesos en el último trimestre) y el de la población en situación de informalidad (4,524 pesos) señala a esta última en un mayor peligro de estar y caer en niveles de pobreza laboral.

El panorama en los siguientes trimestres tampoco se observa alentador para estos dos factores. Las previsiones actuales siguen contemplando un escenario de alta inflación durante el 2022 con tendencias a la baja en 2023. Además, de acuerdo con cifras del Coneval, el ingreso real promedio de la población ocupada formal ha tenido una mayor recuperación que el de aquellos en la informalidad desde los niveles pre pandemia.

Ante este contexto adverso, la política económica y social tendrá un papel central en los próximos trimestres para poder contrarrestar los efectos negativos de estos factores sobre el nivel de pobreza en México. El Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, próximo a presentarse, es una oportunidad para revisar los programas sociales y redirigir recursos a la reducción de la pobreza y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. De acuerdo con el documento de Consideraciones para el Proceso Presupuestario 2023 de Coneval, la política de recuperación de salarios mínimos, así como la adopción de incentivos tributarios para elevar la productividad de las empresas son opciones viables que deben ser fortalecidas; políticas que podrían generar una base de protección para la población en vulnerabilidad de caer en pobreza laboral.

*Luis Antonio Espinosa Carrasco es economista senior de BBVA México.

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