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Opinión

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Inversión en capital fijo

Lo preocupante del indicador FBKF, es la forma en que ha venido reduciéndose medido como proporción del Producto Interno Bruto desde su nivel más alto en el año 2015...

El Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), publica desde el año 2013 el indicador Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF). El FBKF es uno de los componentes que integran la demanda agregada de la economía mexicana, junto con el consumo de los hogares, el gasto del gobierno y el saldo de la balanza comercial. El crecimiento del producto depende de manera fundamental del FBKF, ya que solo de esa variable puede derivarse una expansión de la capacidad productiva de la economía nacional.

Lo preocupante del indicador FBKF, es la forma en que ha venido reduciéndose medido como proporción del Producto Interno Bruto desde su nivel más alto en el año 2015, de 21.6 por ciento. A partir de ese pico, en el año 2018 esa cifra se redujo a 20.2 por ciento, en el 2019 a 19.3 por ciento y en el 2020 a tan solo 17.3 por ciento. Y no hay muchas referencias para pensar que durante el ya muriente 2021 esa tendencia contractiva se haya revertido. 

Desde luego, una de las principales causas a las que cabe atribuir esa tendencia descendente del indicador Formación Bruta de Capital Fijo ha sido el impacto de la pandemia por el virus Covid-19. Al respecto, según declaraciones textuales del INEGI, la caída fue “ocasionada por una menor demanda por parte de las actividades económicas que detuvieron su producción debido a la emergencia sanitaria...”. Por sectores, el de servicios fue el que mostró una mayor contracción en su FBKF, seguido por la industria y el sector primario.

¿Pero ha sido la irrupción de la pandemia la única causa de la contracción de la FBKF? Según la nota periodística correspondiente, publicada en la edición de El Economista del lunes pasado, no ha sido ese el caso. En términos de ese reportaje, los confinamientos para contener a la pandemia tan solo profundizaron “la debilidad de la inversión que comenzó a sentirse desde el último trimestre del 2018, incluso antes de la toma de posesión del presidente López Obrador.” La cancelación del aeropuerto que se construía en Texcoco fue un golpe disuasorio muy fuerte y en tiempos recientes se ha dejado sentir el efecto contractivo de los proyectos para fortalecer el poder monopólico de las dos grandes empresas estatales en los sectores eléctrico y petrolero.

El colofón obligado solo puede ser uno: adiós a la promesa de elevar el crecimiento al 4% anual.

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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