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Opinión

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¿Keynes en México?

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Frente a las crisis económicas —previsibles pero inevitables— desde la que ocurrió en 1929 hasta la del 2008, el modelo emergente de reactivación económica impulsado desde el Estado ha sido el más común.

Me refiero al modelo keynesiano, llamado así por John Maynard Keynes, economista británico que alcanzó reconocimiento mundial a partir de la crisis de 1929 por sus ideas sobre el papel de los gobiernos en el manejo del desequilibrio macroeconómico.

El modelo se basa en la teoría de que las recesiones y la inflación, generadas periódicamente por la volatilidad de la economía de mercado, pueden ser mitigadas por los gobiernos a través de políticas fiscales y monetarias diseñadas para estabilizar el ciclo económico. Las estrategias de Keynes fueron adoptadas por las principales democracias liberales de occidente a lo largo del siglo XX, y resurgieron en el debate público durante la crisis financiera del 2008.

Más de una década después, ante un panorama económico desalentador y en medio de la pandemia del Covid-19, este modelo debe regresar a la discusión. El Estado mexicano debe actuar de forma rápida y eficiente, haciendo a un lado los enredos burocráticos que no hacen sino retrasar la urgente respuesta. El objetivo debe ser llenar la demanda de bienes y servicios, incluso cuando esto signifique un mayor gasto por parte del Estado para compensar el déficit del sector privado.

Uno de los principales problemas que estamos viendo en estos momentos es el número creciente de personas desempleadas y de maquinaria desocupada, es decir, de recursos humanos y materiales en desuso. El papel del Estado en momentos como el que atravesamos, tal y como lo propuso Keynes, puede ser una solución.

Cuando los recursos públicos se invierten en infraestructura, como es la obra pública, se genera un importante número de empleos que, además de ayudar a individuos y familias, dinamizan la economía nacional. La efectividad del modelo keynesiano depende también de que el Estado actúe de manera inmediata. Se debe priorizar el desarrollo de infraestructura básica en las regiones más marginadas del territorio nacional.

Tal fue el caso del conjunto de políticas que implementó el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en 1933. Lo que se conoció como el New Deal, fue una serie de reformas financieras y programas de desarrollo urbano para activar la economía, frenar la caída general de los precios y el desempleo producidos por la crisis de 1929. La prioridad fue ayudar a las clases más pobres, a campesinos, adultos mayores, y a los grupos sociales más afectados por la inminente crisis.

Hoy, el New Deal se considera uno de los mayores aciertos de política social y económica en Estados Unidos durante el siglo XX, y hasta nuestros días sigue siendo motivo de estudio y análisis.

El pasado 5 de abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador precisó un conjunto de medidas de reactivación económica centradas en mantener la recaudación de la hacienda pública y seguir adelante con los programas prioritarios, con un corte principalmente social y de prestar atención en donde nunca antes se había hecho.

Entre las diferentes medidas que se anunciaron destaca, para la Sedatu, el incremento de recursos al Programa de Mejoramiento Urbano (PMU), por 25,000 millones de pesos. Gracias a ello podremos intervenir en 68 municipios adicionales a los 18 que ya se tenían contemplados para este año. Además, en todos los municipios, esperamos generar un estimado de 260,000 empleos directos y 140,000 indirectos, todo para dotar de servicios, equipamientos y espacios públicos a las colonias con mayor marginación, violencia y pobreza en México.

El PMU es una de las estrategias prioritarias de este sexenio. Con la edificación de escuelas, mercados, hospitales, deportivos, centros culturales, plazas públicas, parques, y ampliando, mejorando y construyendo vivienda para más de 50,000 familias, este programa pretende transformar al país desde el territorio.

Este conjunto de equipamientos y servicios, además de crear un sentido de pertenencia en colonias devastadas por un modelo de desarrollo que les dio la espalda, busca conformar una identidad comunitaria a nivel local. Las primeras obras de este programa ya están terminadas en más de 20 municipios del país, como es el caso de San Luis Río Colorado, Sonora. Estas obras son funcionales y de alta calidad, hechas por y para las comunidades más necesitadas.

El involucramiento es clave para que sean los propios vecinos quienes resguarden y garanticen el uso adecuado del espacio público, generando ambientes sanos, accesibles y seguros, así como la renovación de la vida pública.

En un país como México, en el que más de la mitad de la población trabaja en el sector informal y casi el mismo número vive debajo de la línea de bienestar, es momento de dimensionar el reto que tenemos enfrente. Es momento de abandonar el temor y ejecutar rápida y oportunamente acciones que garanticen lo antes posible un escenario mejor para toda la sociedad.

Las ideas de Keynes vieron la luz por primera vez en un momento de inestabilidad social y económica similar al actual, y han resurgido con las crisis subsecuentes. Su efectividad está comprobada, porque se basa en la sencilla premisa de la cooperación mutua para el bien común. Haremos bien en recordar que, ante momentos difíciles, no podemos, ni debemos, dividir. Los gobiernos están ahí para dar la cara por sus ciudadanos y proteger su bienestar, especialmente para aquellos en situaciones vulnerables.

A lo largo de la historia, México ha salido adelante de toda clase de adversidades, y ésta no será la excepción. Pero no podemos perder de vista que el camino será complejo y que necesitamos recorrerlo juntos. Nuestro mayor empeño será dotar de oportunidades a las personas que más las necesitan, porque será la mejor manera de salir fortalecidos de esta contingencia.

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