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La Cultura de la Paz, Celebraciones de Fin de Año
Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de la Navidad.
Calvin Coolidge
En prácticamente todo el mundo occidental diciembre se caracteriza por el ambiente festivo y de celebraciones, México no es la excepción.
Se organizan desayunos, comidas, brindis, fiestas, posadas y en muchos casos cena de Navidad. Tradicionalmente es ocasión para que las familias y amigos se reúnan y se intercambien buenos deseos y quizás algunos obsequios. El ambiente, por lo general, es propicio para convivir en armonía y en concordia. Aunque no es raro que también se presenten conflictos en esas convivencias.
Es un tiempo que invita a la reflexión y a la evaluación de lo logrado en el año que termina y para recordar a quienes hemos perdido. Es una época en la que las familias se reúnen.
Estas fechas también nos hacen recordar la maravilla y milagro de la vida, la convivencia armónica, el amor, la amistad, el equilibrio, la naturaleza y la bondad que frecuentemente parecen ser rebasados y aún olvidados debido a lo mundano y muchas veces frívolo de la vida cotidiana y los retos de cada día.
Tristemente es la abrumadora y creciente violencia, en todas sus expresiones, lo que más afecta en todos los espacios de interacción social. La encontramos en uno mismo, en la familia, en la escuela, en la comunidad y en el trabajo, por mencionar los más importantes.
Las cualidades positivas ni las negativas son propias a las personas, lo que existe es una combinación de unas y de otras en las relaciones interpersonales que puede ser fuente de conflictos y actitudes ante estos.
La familia es una de las instituciones más importantes de la sociedad, es una institución universal y única de la que existen diversos modelos: la extensa o ampliada, la nuclear o monoparental, así como la matrimonial, la extramatrimonial o la adoptiva. Es la familia la célula de la sociedad y lo es también de la comunidad.
Formar parte de una familia proporciona una esperanza que se basa en la conexión y en la historia compartida de sus integrantes. El amor es uno de sus pilares. Puede ser fuente de motivación y de confianza. Formar parte de una familia también conlleva obligaciones, estrés, distracción, dolor y vulnerabilidad.
Las dificultades que llegan a agobiarnos propician sentimientos de enojo, impotencia, o tristeza, entre otros. No es extraño que esos sentimientos y emociones contribuyan al surgimiento de conflictos dentro de la familia. Paradójicamente, es en el seno familiar donde frecuentemente son violados los derechos humanos de sus propios integrantes por otro familiar.
Dentro de la familia, como en toda organización, pueden surgir conflictos o controversias, algunos de carácter legal. De todos los conflictos sociales, suelen ser los familiares los más habituales, son los que provocan mayor daño hacia el interior de la propia familia y en muchos casos contaminan la convivencia en la escuela y en la comunidad.
Actualmente miembros de muchas familias deben afrontar de manera cotidiana una variedad de conflictos, por ejemplo: desempleo, separaciones, problemas de comunicación con la pareja, los hijos, o entre hermanos y la pérdida de alguno de sus integrantes, entre otros. Se trata de problemas comunes y cada persona o familia los afronta de diversas maneras.
Por ello conviene recordar que, dentro de las cualidades positivas de toda persona, están la bondad y la solidaridad. Somos seres intrínsecamente bondadosos con capacidades que guían a cada persona a dar lo mejor de sí misma a los demás, sin recibir algo a cambio. Es decir, de forma desinteresada.
Si nos trasladamos al núcleo de la bondad descubriremos en su interior el amor, la ternura y la generosidad. Es un transitar por el bien común y también es un poder. El poder de la bondad es muy amplio, tiene la cualidad de ponernos en contacto con nosotros mismos y de hacernos centrar la atención en el bienestar de los demás. Puede surgir en cada una de las interacciones humanas a través de acciones solidarias, de servicio, de consideración y también de compasión, particularmente en el ámbito familiar.
El ser bondadoso permite valorar más a las personas que a los objetos, libera del egoísmo que, entre otras cosas, propicia capitalizar en nuestro beneficio. Sentar las bases de la bondad natural como cualidad humana nos facilitará la construcción de mejores relaciones con uno mismo y con los demás.
Sin embargo, la constante en las culturas modernas, sobre todo urbanas, es el egoísmo traducido en todo tipo de actitudes destructivas. Esas actitudes son contrarias a la bondad.
La bondad genera un sentido uniforme de convivencia en un marco de respeto, empatía y justicia común. Qué mejor que estas fechas de celebraciones de fin de año para actuar en consecuencia.
La bondad es fuente de energía y sabiduría natural, considerarla así, evocarla y cultivarla, fortalece los valores fundamentales, nos hace más cooperativos y por supuesto provoca el aprendizaje para generar posibilidades de cambio. La bondad perfecciona el espíritu y genera el poder, también es un asunto de honestidad, pues su ejercicio no debe ser selectivo ni producto del cálculo ni de la manipulación y sí, en cambio, ha de expresarse como una cualidad que no hace distinciones y se convierte en regla de conducta en todos los ámbitos de nuestra vida.
La realidad que nos imponen las actuales crisis que a todos afectan exige que propiciemos una convivencia en armonía, en una cultura de la paz. Sobre todo, en estas fechas en las que debemos evitar que la creciente discordia se trasforme en odio que puede salirse de control, y que el ahogo en lo habitual opaque el efecto y potencial de nuestro poder de bondad.
En estas horas obscuras de México y del mundo, urge actuar para disminuir la violencia y propiciar la armonía. Propongámonos disfrutar en paz y en armonía estas festividades.
Que la paz se transforme en un contagio positivo.
¡Felicidades a todos!
*El autor es abogado y mediador profesional.
Twitter: @Phmergoldd