Lectura 4:00 min
La geopolítica y la economía global
En 2023, en todo el mundo, se aceleran las demandas por reformar los sistemas financieros, comerciales y fiscales para impulsar acciones más efectivas en contra del cambio climático. Tanto para Europa, como para Estados Unidos, la transición energética no solamente es una política ambiental, es también una estrategia para disminuir su dependencia de los países de oriente.
Para este año, lo que sucede en la arena geopolítica, e incluso política de muchas naciones, va a determinar lo que suceda con la economía, con el crecimiento y con los precios. La inflación definitivamente será menor en la mayoría de las naciones, pero permanecerá alta, se reducirá el ritmo del incremento de las tasas por parte de los bancos centrales, pero difícilmente bajarán durante el presente año. Las altas tasas acelerarán problemas en países con sobre endeudamiento en regiones como África y América Latina. En ese escenario, se espera que el crecimiento económico global sea menor al 2.7, pronosticado por el Fondo Monetario Internacional. El covid será todavía un tema presente durante 2023, con consecuencias económicas, pero sobre todo comerciales y logísticas todavía negativas, lo que seguirá presionando a los precios por el lado de la oferta. La reapertura de China, como parte de su nueva estrategia de covid, eventualmente reactivará su economía, pero eso puede tardar, en parte por la poca efectividad y cobertura de sus vacunas que va a alargar la crisis sanitaria, lo que podría también generar nuevos conflictos sociales y endurecer al régimen. Continuarán las tensiones entre China y Occidente por el tema de Taiwan, lo que tampoco ayuda en el frente comercial. En general se van a acelerar durante el año las políticas de “acercamiento” para reducir la dependencia de Estados Unidos de la proveeduría China.
La invasión de Rusia a Ucrania no terminará en 2023, no se tendrá ni un acuerdo, ni un bando ganador, por lo que el conflicto seguirá determinando mucho de lo que sucede en la economía global, por los problemas en la provisión de granos, que repercuten en los precios, pero, sobre todo, en el tema energético. La necesidad de contar con recursos para apoyar a Ucrania, su defensa y reconstrucción, va a generar presiones financieras en Europa y tensiones entre los miembros de la unión y a Estados Unidos con respecto este financiamiento. La crisis económica puede ser particularmente grave en Alemania, la nación más dependiente de los insumos energéticos rusos. El tema energético podría incluso empeorar por protestas internas en la propia Rusia. Tampoco es claro lo que sucederá con otros países que son clave en la provisión energética, como el régimen de Erdogan en Turquía, que tendrá elecciones este año, o en Irán con graves problemas sociales.
En 2023, en todo el mundo, se aceleran las demandas por reformar los sistemas financieros, comerciales y fiscales para impulsar acciones más efectivas en contra del cambio climático. Tanto para Europa, como para Estados Unidos, la transición energética no solamente es una política ambiental, es también una estrategia para disminuir su dependencia de los países de oriente.
Se espera que para este año se acelere la tendencia de que los países en desarrollo cuenten como nuevas fuentes de ingreso y con la realización de acciones concretas para reducir el consumo de carbón, con tecnología transferida de países más avanzados. Sin embargo, el clima global recesivo e inflacionario puede disminuir las posibilidades reales de inversión en la materia durante el año. Como la inflación continuará presente, el uso más intensivo de materiales como los reciclados se trataría de posponer para no subir los precios de los productos.
Como podemos observar, el panorama económico mundial es muy complejo y se determinará en función de las condiciones geopolíticas globales.
Twitter: @vidallerenas