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Opinión

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La inclusión digital financiera

Hace unos días El Economista reprodujo un artículo de David Malpass, el presidente del Banco Mundial, sobre el incremento en los servicios financieros en los países en desarrollo, impulsados en buena medida por los servicios digitales y detonados durante la pandemia. De acuerdo con datos del Global Findex, el 71% de los adultos de los países en desarrollo tienen una cuenta bancaria, mientras que hace una década el porcentaje era de 42 por ciento. Malpass señala que el mayor acceso a servicios financieros digitales puede ayudar a atenuar los efectos de las turbulencias financieras que se avecinan y afirma que los gobiernos pueden hacer mucho para acelerar los proceso de inclusión financiera en el corto plazo.

México no participó en la encuesta del Global Findex, por problemas propios de la pandemia que dificultaron realizar los cuestionarios, sin embargo, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, el porcentaje de la población adulta que tiene una cuenta de ahorro es de apenas 49.1 por ciento. Esto es, México no ha aprovechado la revolución digital para incrementar de manera más rápida la oferta de servicios financieros para la población que no es atendida por la banca tradicional. La pregunta es si eso se explica porque falta mejor regulación, entorno legal y políticas públicas que impulsen la inclusión, la respuesta parece indicar que sí.

Por una lado, la Ley Fintech mexicana ha facilitado puesta en operación de monederos digitales que facilitan los pagos, eso ha sido positivo, pero no regula ni facilita la oferta de otros servicios financieros. Los proveedores de los mismos han tenido que utilizar otras figuras para ofrecer sus productos, lo que ha generado retrasos y sobrecostos de regulación, aunque cada vez se consolidan nuevas opciones.

La ley debería de hacer posible la operación de auténticos bancos digitales, con menores costos que los tradicionales, capaces de ofrecer servicios de crédito, ahorro y seguros a sectores amplios de la población. Eso en realidad no va a representar una competencia significativa para la banca tradicional, que nunca se ha preocupado por ese mercado, por el contrario, va a generar un mayor uso de la infraestructura ya existente, cuyo costo es hundido.

Dado la ausencia de bancos digitales, la autoridad tendría que acelerar las autorizaciones y la regulación pertinente para que se incremente la oferta de servicios financieros, principalmente por la vía digital, por medio de las figuras que ahora existen, con los mecanismos de supervisión pertinentes, pero también con incentivos para la innovación y la inclusión. Se puede replicar la experiencia de países con economías similares, como Brasil, Argentina y Colombia, en donde se ha avanzado más en la inclusión, principalmente por la vía digital, con regulación más sencilla. Eso permitiría aprovechar la infraestructura ya existente en materia de telefonía móvil y cobertura de datos que ya le permite a la mayoría de la población hacer uso de plataformas de servicios digitales.

Eso puede poner al alcance de millones de personas oportunidades de ahorro que protejan su patrimonio de la inflación, de crédito que puede ayudar a hacerse de capital de trabajo o simplemente de recursos para sortear un entorno económico que todavía no es de plena recuperación debido a los problemas económicos globales.

Los servicios financieros ligados a la telefonía han sido el factor más importante para fomentar la inclusión financiera en los países del sub-Sahara según los datos de Global Findex. El estudio muestra evidencia de como en Kenia, por ejemplo, las personas que utilizan la banca en el teléfono móvil, en caso de reducción de sus ingreso, pueden recibir apoyos de redes de amigos y familiares, especialmente para las mujeres, lo que les permite mantener su consumo de insumos básicos, en relación a personas que cuentan con ese servicio. En general, existe evidencia de que la mayor bancarización por la vía digital ha contribuido a atenuar los efectos de la pobreza, especialmente en contextos adversos.

Twitter: @vidallerenas

Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuenta con una Maestría en Política y Gestión Pública por la Universidad de Essex, Reino Unido y un Doctorado en Administración y Gerencia Pública por la Universidad de York

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