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Opinión

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La sensación de no hablar con la pared

¿Por qué el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce) se atreve a presentar sus propuestas a la virtual ganadora de la elección presidencial, Claudia Sheinbaum, sobre el nearshoring?

Porque, hasta hoy, queda la sensación de que, con el siguiente gobierno, a pesar de representar la continuidad del régimen de Andrés Manuel López Obrador, no se habla con la pared, como sí sucede con el Presidente actual.

No significa que una agenda empresarial pueda tener una gran recepción y hasta aplausos, pero hay la percepción de que habrá una visión menos autócrata y dogmática y eso anima a presentar ideas.

El documento del Comce de nombre empalagoso, “24 para el 2024: Ideas y propuestas para que las y los mexicanos aprovechemos las fortalezas de México como líder global”, plantea como punto de partida reforzar la relación con América del Norte, vía el T-MEC.

Sugieren transparentar las relaciones comerciales con China e insistir en la negociación de los acuerdos bilaterales pendientes, lo mismo con América Latina que con Europa.

Sugiere temas delicados, pero indispensables como simplificar y agilizar los trámites aduaneros, pero ahí empieza el peso de las herencias, porque el control lo tiene la Marina Armada de México.

Algunos planteamientos del Comce ponen a prueba qué tan dogmática puede ser la siguiente administración cuando propone, por ejemplo, que una sola institución se encargue de la promoción de la inversión a la par de un área de inteligencia de inversiones. 

Es algo que puede parecer obvio, pero todos los esfuerzos de planeación y promoción los desapareció de un plumazo y sin consideración alguna López Obrador.

Acabó con instituciones como ProMéxico o el Consejo de Promoción Turística y pulverizó hasta en manos de las fuerzas armadas tareas de comercio exterior.

Para reforzar la apuesta de saber de qué lado estaría el siguiente gobierno, este consejo empresarial pide la promoción de proyectos de inversión público-privada y de paso, mantener activa la participación de organismos como el Comce como asesores en las negociaciones comerciales internacionales. Pedir no empobrece.

Tiene sus dulces, como sugerir a la doctora en ciencias que incremente los lazos con la academia norteamericana, que impulse modelos de educación dual, que se atraigan proyectos de investigación, que se intensifique el uso de nuevas tecnologías.

Pero también pone sobre la mesa las líneas rojas del régimen actual, usar energías limpias, competitivas y suficientes; garantizar la certeza jurídica y el Estado de derecho; mantener una política fiscal prudente y mejorar la infraestructura que realmente sirva.

En fin, es un documento que puede rayar hasta en el sentido común para un país que ha apostado su desarrollo a la apertura comercial y que, de hecho, ha conseguido mejores condiciones económicas con esa actividad.

Sin embargo, si algo dejó claro el gobierno que termina es que sí es posible que hasta el sentido común se pueda tomar un sexenio sabático.

La pregunta es ¿hacia dónde se podrán cargar las cosas durante los años por venir en esa dicotomía entre una mujer con altísima preparación académica y una herencia que parece estar obligada a cargar y seguir al pie de la letra?

Por lo pronto, un organismo empresarial se atrevió a proponer y ahora hay que esperar la respuesta.

El Comce pide la promoción de proyectos de inversión público-privada y de paso, mantener activa la participación de organismos privados como asesores en las negociaciones comerciales internacionales.

ecampos@eleconomista.mx

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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