La tragedia del desabasto de medicinas

“No se crean que tiene mucha ciencia el gobernar”, dijo el presidente López Obrador, cuando su administración apenas arrancaba. Ofreció entonces gobernar con “sentido común”, con “juicio práctico”, para transformar al país.

El sentido común, desde luego, no está reñido con la ciencia. Ambos exigen al máximo la capacidad del hombre de Estado para lidiar con el mundo como es y no como quisiera que fuese. Por ello, tanto el sentido común como la ciencia tienen como sus grandes enemigos a la arrogancia y el dogmatismo.

En La tragedia del desabasto, Xavier Tello analiza cómo el desprecio por el conocimiento especializado y una visión simplista de la austeridad hicieron que el gobierno de López Obrador provocara una grave escasez de medicamentos y la peor crisis de la salubridad pública en México.

El libro explica la secuencia de desaciertos que paralizaron el sistema de entrega directa de medicamentos a pacientes, una peculiaridad del sistema de salud pública en México. En casi todo el mundo se utiliza la red de farmacias comerciales para surtir las recetas emitidas por instituciones públicas de salud y el Estado absorbe total o parcialmente el costo.

La tragedia del desabasto comenzó con la decisión de centralizar la totalidad de las compras del gobierno federal en la Oficialía Mayor de Hacienda. Como explica Tello, pusieron en manos de funcionarios sin experiencia ni conocimientos especializados el complejo proceso de adquisición y suministro de medicamentos.

Acto seguido, el gobierno trató de deshacerse de los distribuidores. El desconocimiento de la industria llevó a los funcionarios de Hacienda a verlos como meros intermediarios que no aportaban ningún valor en la cadena de suministro. El propio presidente López Obrador firmó un decreto –que con posterioridad fue declarado ilegal– en el que vetó a las tres empresas distribuidoras más grandes de México.

Adicionalmente, la Oficialía Mayor de Hacienda estableció en las bases de las licitaciones muchas condiciones cuyo cumplimiento era excesivamente oneroso o imposible. Muchos fabricantes se abstuvieron de participar. Las compras consolidadas de medicamentos de 2019 resultaron un rotundo fracaso. Un porcentaje muy alto de las “claves” (término con el se refiere a los medicamentos autorizados por instituciones de salud públicas) quedaron desiertas.

La reacción del presidente López Obrador fue acusar a las empresas farmacéuticas de boicotear el nuevo sistema centralizado de compras. Como represalia, tomó la decisión de comprar los medicamentos del sistema público de salud en el extranjero. Instruyó al recién creado Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) a firmar un convenio con un organismo de las Naciones Unidas con este fin. El resultado fue un desastre que Tello documenta.

La desaparición del Seguro Popular, el traslado de las adquisiciones de medicamentos al INSABI y la aplicación a raja tabla del principio de gratuidad terminaron por exacerbar la crisis. Las instituciones de salud perdieron el esquema de financiamiento que les proporcionaba el Seguro Popular y quedaron sin la capacidad de realizar por su cuenta la adquisición de medicamentos. A los médicos se les prohibió expedir recetas para surtirlas en farmacias privadas.

Las víctimas principales del experimento centralizador de la 4T han sido desde luego los pacientes; las personas de bajos ingresos que dependen de las instituciones de salud pública. El libro de Tello visibiliza sus tragedias y alza la voz en contra de las políticas de salud de la 4T. Denuncia un sistema de salud que ha dejado de trabajar para los pacientes y son estos últimos los que deben darle servicio.

*Profesor del CIDE.

Twitter: @BenitoNacif