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Las actuaciones de Yunes L. y M., sólo deben sorprender a los estúpidos o ingenuos
Durante décadas, una familia ha dejado huella en la política, aunque no muy buena, en el país y especialmente en Veracruz. Su trayectoria, plagada de cambios de partido y acusaciones de corrupción, es otro ejemplo de cómo en México se mezclan poder, dinero, impunidad y política.
Miguel Ángel Yunes Linares, nacido en 1952, es el patriarca e inició su carrera política en el PRI en 1969. Ha ocupado cargos como secretario General de Gobierno de Veracruz (1992-1997) y director del ISSSTE (2006-2010). En 2008 abandonó el PRI para unirse al PAN, logrando la gubernatura de Veracruz de 2016 a 2018. Su habilidad para mantenerse relevante en la política, a pesar de las múltiples acusaciones en su contra, muestra una capacidad innegable para adaptarse y sobrevivir.
Sus hijos, Miguel Ángel y Fernando Yunes Márquez, han seguido sus pasos en la política y, como él, también han sido acusados de cometer diversos delitos. El mayor de ellos, Miguel Ángel, nacido en 1976, es el senador por Veracruz que votó hace unos días a favor de la reforma judicial impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, en contra de la postura oficial de su partido, el PAN.
El voto tuvo consecuencias inmediatas: él y su padre fueron expulsados del PAN, lo que desató especulaciones sobre pactos con el gobierno a cambio de impunidad, dada la larga lista de acusaciones en su contra.
Fernando, nacido en 1982, también ha estado en el ojo del huracán. Fue acusado de causar un daño al erario por 92.9 millones de pesos cuando fue presidente municipal de Veracruz (2018-2021) y es investigado por presuntos delitos electorales.
La historia de los Yunes incluye un capítulo relacionado con Elba Esther Gordillo, la poderosa exlíder del sindicato de maestros. Inicialmente aliados, Yunes Linares y Gordillo terminaron enfrentados públicamente, intercambiando acusaciones de corrupción. Gordillo acusó a Yunes de malversar 50,000 millones de pesos en el ISSSTE y lo calificó de “represor, pederasta y ladrón”.
Las acusaciones contra los tres Yunes son muchas: enriquecimiento ilícito, corrupción, nepotismo, vínculos con el crimen organizado y uso indebido de recursos públicos. En 2017, López Obrador presentó una “carpeta azul” con supuestas evidencias de propiedades no declaradas de papá Yunes, pero ni la Fiscalía de Justicia de Veracruz o la FGR han, hasta ahora, actuado contra él.
El reciente voto de Miguel Ángel Jr., a favor de la reforma judicial es visto como un ejemplo más del pragmatismo político de la familia, mientras otros especulan sobre posibles acuerdos tras bambalinas con el gobierno de AMLO.
En conclusión, la familia Yunes ilustra las complejidades de la política. Su historia de cambios de lealtad, acusaciones de corrupción y supervivencia política ejemplifica las dinámicas de poder en México. Las investigaciones siguen, pero no es improbable que se cancelen tras el voto decisivo de Miguel Ángel Yunes Márquez que permitió la aprobación de la reforma por la que tanto peleó AMLO.
Tomando en cuenta los públicos y notorios antecedentes de los Yunes L. y M., aquellos que se dicen sorprendidos por las actuaciones del patriarca y su hijo mayor y los acusan de ser traidores a su partido y a México, o son estúpidos o quieren aparentar ser ingenuos.
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