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Las encuestas no predicen una elección
De aquí a la elección del 2 de junio ya nos están atiborrando todos los días con encuestas. Las candidatas vociferan constantemente de llevar “decenas de puntos de ventaja”, o bien “se está acortando la diferencia”. Hay encuestas de todo tipo, desde las pagadas por candidatos y partidos políticos, y por ende sesgadas, pasando por unas hechas al vapor sin rigor metodológico (las llaman “patito”), hasta unas pocas que son serias y objetivas. Sin embargo, no debe olvidarse que una encuesta sólo muestra la preferencia electoral del momento, ya que parte de la pregunta “si hoy fuese la elección, cómo votaría”. Sólo son una fotografía de hoy y, por lo tanto, son poco útiles para predecir el resultado de una elección. Claro que a mayor cercanía con la fecha de la elección, mayor coincidencia de la encuesta con el resultado. Pero una encuesta no es un pronóstico del resultado de una elección.
A pesar de ello, las casas encuestadoras en el mundo son criticadas por su pronóstico inexacto. Cabe entonces la pregunta: ¿por qué las encuestas electorales son un mal predictor de las elecciones? Además de lo que ya se mencionó, hay varios factores:
En primer lugar, las encuestas electorales a menudo se basan en muestras que pueden no ser poblacionalmente representativas. Las empresas encuestadoras suelen seleccionar una muestra de individuos con el objetivo de reflejar la demografía del electorado. Sin embargo, enfrentan varios desafíos como las bajas tasas de respuesta y la exclusión de ciertos grupos demográficos o técnicas de muestreo inadecuadas, lo cual puede conducir a sesgos en los resultados.
Segundo, las preferencias de los votantes pueden ser cambiantes debido a que reaccionan al contenido de las campañas con lo que, por ejemplo, una misma muestra de un mismo grupo de edad mostrará variaciones en el tiempo. Además, se sabe que un porcentaje de los que participan en una encuesta al final no votan. Tercero, las encuestas a menudo se basan en intenciones autoinformadas de los encuestados, que pueden no siempre estar alineadas con su comportamiento real el día de las elecciones.
Cuarto, hay que considerar al sesgo de deseabilidad social, que se refiere a que los encuestados brindan respuestas que perciben como socialmente aceptables en lugar de sus opiniones reales; es decir, intencionalmente falsean su respuesta distorsionando los resultados. Quinto, mucha gente está saturada de la propaganda electoral y no está dispuesta a participar en una encuesta. Además, identificadores de llamadas en celulares y filtros de correos no deseados llevan a tasas de respuesta más bajas y muestras potencialmente menos representativas. Sexto, las encuestas no toman en cuenta cómo los influencers y otras medios que forman opinión en las redes sociales afectan las posturas del electorado. Séptimo, el margen de error inherente en las encuestas significa que incluso las que están bien hechas pueden producir resultados inexactos.
Las encuestas que vemos sobre Claudia vs. Xóchitl no es que per se estén mal, simplemente transmiten lo que los votantes perciben hoy. Y todavía mucho puede suceder entre hoy y el día de la elección.
X: @frubli