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Opinión

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México y la oportunidad perdida en renovables

La semana pasada, la Agencia Internacional de Energía —IEA por sus siglas en inglés— publicó su actualización del mercado de energías renovables para 2023 y 2024. Las cifras publicadas por la agencia basada en Paris son alentadoras y muestran un mundo encaminado a la transición energética de forma mucho más rápida a lo que algunos creíamos hace unos años, aunque en México no sea el caso.

El mundo está invirtiendo en energía renovable, principalmente solar. De acuerdo con este reporte, durante el año en curso se adicionarán a la capacidad instalada mundial de energías renovables 107 GW, el aumento más grande de la historia, llevándola a 440 GW. Este aumento equivale a más que toda la capacidad de energía instalada de Alemania y España combinadas. A pesar de los aumentos de las tasas de interés, lo que aumenta el costo de las inversiones, y los cuellos de botella en las cadenas de suministro, el mundo está invirtiendo como nunca en energías renovables, ya no solamente por las preocupaciones sobre emisiones de gases de efecto invernadero, sino por eficiencia. Cada día la tecnología para generación solar es más eficiente y competitiva.

Dos tercios del aumento proyectado en la capacidad renovable global para este año provienen de la energía solar fotovoltaica, incluyendo sistemas de gran escala y pequeños distribuidos. Ante la crisis energética global, políticos en diversos países, especialmente en Europa, buscan alternativas a los combustibles fósiles, lo que favorece a la energía solar PV, particularmente en sistemas residenciales y comerciales de rápida instalación. Se espera que estas aplicaciones distribuidas cubran la mitad de la implementación total de PV solar este año, superando a la energía eólica en tierra.

Pero la historia en México no es la misma. Desde la llegada de este gobierno, las inversiones en energías renovables han sido obstaculizadas y la certeza jurídica que necesitan este tipo de inversiones está en cuestión. La suspensión de las subastas a largo plazo, que en su momento dieron como resultado los costos de energía fotovoltaica más baratos del mundo, fue el primer freno a la inversión en nueva capacidad de generación renovable. Al mismo tiempo, aunque no es una limitante legal, no es ningún secreto que la CRE no está otorgando nuevos permisos de generación, o se está tardando mucho, bajo los esquemas que la ley actual contempla.

Si bien la generación distribuida está creciendo en nuestro país y existen incentivos fiscales efectivos, como la depreciación acelerada de las inversiones, podríamos estar haciendo mucho más –principalmente aumentando el tope de generador exento de 500 KW de capacidad a 1 MW.

Más allá de las limitantes a la competitividad que esto implica, el problema es que México no nació en 2018. El Estado mexicano asumió compromisos internacionales de generación de energías renovables. Para solucionar esto, la semana pasada el gobierno nos regaló otra de sus maravillas. Para decir que México está cumpliendo los compromisos de generación limpia de los Acuerdos de Paris, de un plumazo clasificó parte de la energía que producen los ciclos combinados alimentados con gas natural como energía limpia bajo el argumento que a esas turbinas las hace girar el vapor producido por el primer ciclo de estas plantas.

Desafortunadamente en México somos como el coche que va en sentido contrario en el periférico y piensa que todos los demás están mal. Mientras el mundo avanza a paso acelerado en la transición energética aquí seguimos viéndonos el ombligo.

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