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Opinión

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Morgan Stanley: aguafiestas

Desde el ángulo histórico, el aspecto a destacar es que la advertencia de Morgan Stanley no se dio en un vacío. Es decir, aislada y sin contexto. Desde la perspectiva incidental, o si se quiere humorística, el aspecto a subrayar es que está fuera del alcance de la Unidad de Inteligencia Financiera.

El tema del día es necesariamente la nota principal de primera plana de ayer miércoles: “Reforma judicial eleva riesgo de México, advierte Morgan Stanley”. Desde la perspectiva analítica, el punto a destacar es la precisión en la puntería. Ya no son las reformas constitucionales del llamado Plan C lo que podría, en opinión de la agencia Fitch, “arriesgar la nota soberana de México”. A diferencia, el banco de inversión señala, con toda precisión, a la propuesta de reforma al Poder Judicial como el elemento particularmente tóxico que limitaría el atractivo de México para atraer (sic.) “inversiones de capital”. 

Desde el ángulo histórico, el aspecto a destacar es que la advertencia de Morgan Stanley no se dio en un vacío. Es decir, aislada y sin contexto. Desde la perspectiva incidental, o si se quiere humorística, el aspecto a subrayar es que, a diferencia de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, Morgan Stanley está fuera del alcance de la Unidad de Inteligencia Financiera (SHCP), a cargo del tristemente célebre Pablo Gómez. 

La economía no es una mecánica, solía predicarnos el sabio maestro. Es decir, los aspectos humanos, políticos y legales tienen una gran influencia sobre su rumbo y velocidad. Y ese es el contexto en el cual debe evaluarse el dictamen de Morgan Stanley. Además del importante dictamen, están los argumentos externados. Con todas sus palabras, el banco de inversión expresó que “reemplazar al sistema judicial aumentaría las primas de riesgo de México y limitaría las inversiones en capital”. De manera adicional, la mencionada propuesta de reforma, en el contexto en el que se está planteando, contribuye a exacerbar “la incertidumbre macroeconómica en México”. Es decir, está dando lugar a una elevación de los riesgos percibidos para los proyectos de inversión. Se trata de un problema preocupante, “en la medida en que el nearshoring está llegando a cuellos de botella clave…”. Y todo lo anterior, “además de las presiones cambiarias de corto plazo”.

El elemento analítico que falta mencionar es el de los agravantes implícitos en el proyecto. Estos están marcados, en lo principal, por la tendencia al estancamiento que ya trae la economía mexicana a todo lo largo del sexenio que se encuentra por terminar. En la coyuntura, otros dos factores de agravamiento son la desaceleración en la que ya ha entrado la economía regional (sobre todo, Estados Unidos) y el incremento tendencial que muestra el déficit fiscal. O sea, ¡“ya éramos muchos, y parió la abuela”!

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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