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Mujeres en la ciencia
Hace unos días vi la serie Lecciones de Química (Apple TV+, 2023), que está basada en el libro del mismo nombre de la editora científica Bonnie Garmus. Habla sobre la igualdad de género en el campo de la ciencia donde las mujeres son solo un “bonito adorno”.
Las mujeres hemos tenido muchos desafíos a lo largo de la historia, pero entrar al ámbito de la ciencia y la investigación ha sido muy complicado, veamos algunos datos.
La primera mujer en México y América Latina titulada en la universidad fue la dentista Margarita Chorné y Salzar, en 1886, profesión que aprendió de su padre, y esto avaló su conocimiento para brindarle el título (Rivera, 2012). En 1887 Matilde Montoya se convirtió en la primera mujer médica, (SEGOB, 2019).
Deborah Berebichez es la primera mexicana que obtuvo un doctorado en física por la Universidad Stanford. Dafne Almazán Anaya a los 17 años logró estudiar el Master Math for Teaching de la Universidad de Harvard, volviéndose la persona más joven en estudiar ese programa de posgrado en los últimos 100 años.
En 2022 de los 183 investigadoras e investigadores eméritos de CONACYT, 38 fueron mujeres que demostraron contar con una trayectoria sobresaliente en el área de su especialidad en la que han hecho contribuciones fundamentales para la generación de nuevo conocimiento científico, humanístico o tecnológico.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2017, se graduaron con un doctorado 9,300 personas, de las cuales 52% eran mujeres, y 38% el grado lo obtuvieron en el campo de la educación.
Para 2018 había cerca de 250,000 estudiantes de posgrado, de las cuales 52% eran mujeres (SEP), esto habla de la apertura en términos del sector educativo, pero en el campo laboral siguen quedando retos. Las mujeres y hombres tienen el mismo número de investigaciones, pero ellas se promueven menos en las categorías más altas, a pesar de tener una producción de artículos académicos similar o teniendo una trayectoria similar (Giorguli, 2018). Para la academia, es importante que las instituciones reconozcan que existe una carga desigual en términos sociales para las mujeres, un aspecto que debe ir acompañado de política pública (Giorguli, 2018).
De acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Estadística de la UNESCO, las mujeres representan el 33.3% de las plantillas de investigadores a nivel mundial. En México según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2022 se registraron 494,753 mujeres que estudiaban algún programa relacionado a la ciencia y la tecnología.
El campo laboral relacionado con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas registró un crecimiento del 17%, según datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos. En el caso de México, estas áreas cuentan con salarios por encima del promedio y tienen menor brecha salarial (IMCO).
En el último informe del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), que evalúa el nivel académico de alumnos de 15 años en todo el mundo, muestra que los alumnos mexicanos de 15 años están por debajo del promedio mundial en todas las materias evaluadas y que los hombres superan a las mujeres por 12 puntos en matemáticas y las mujeres superaron por 8 puntos a los hombres en lectura.
Con estos datos es evidente que el presupuesto de 2024 para el área de Ciencia, Tecnología e Innovación (0,6% del PBI) no es suficiente para que el número de investigadoras aumente y con esto el desarrollo de México se fortalezca. Las organizaciones cada vez necesitan más y mejores profesionistas con posgrado porque eso ayuda a desarrollar otras posibilidades en competencias y habilidades
Aunque las mujeres han alcanzado un importante progreso en los niveles de licenciatura, maestría y doctorado, la brecha de género aumenta; solo el 12% de los miembros de las academias científicas son mujeres (UNESCO).
Las mujeres suelen tener carreras más cortas y peor pagadas, pues suelen recibir becas de investigación más modestas que los hombres. También las investigaciones están subrepresentadas en las revistas de alto nivel y en ocasiones no se les tiene en cuenta para ascensos.
Tenemos que seguir impulsando la igualdad de oportunidades de las mujeres y las niñas en la ciencia, pues de esta forma no solo se reduce la brecha de género, también se mejora su seguridad económica y garantiza una fuerza de trabajo diversa, además de el incremento en el desarrollo económico de México.
P.D. La serie consta de solo ocho capítulos, la recomiendo mucho para estas vacaciones al igual que el libro. Feliz Navid y un muy bendecido 2024.
*La autora es profesora investigadora de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana.
X: @Ivett5151