Lectura 3:00 min
¿Por qué no somos eficientes con el desperdicio de comida?
El desperdicio de comida es uno de los problemas relacionados con el sistema alimentario más importantes a nivel global. La FAO estima que un tercio de la comida en estado comestible es desperdiciado cada año alrededor del mundo. Este dato es alarmante cuando consideramos que el hambre aún no ha sido erradicada en el mundo (como era el objetivo “Hambre cero” de la ONU) y que, además, este desperdicio tiene consecuencias económicas y ambientales muy importantes, sobre todo en tiempos de producción alimentaria poco sustentable. La mayoría del desperdicio de comida se genera desde los hogares, por lo que se ha identificado la urgencia de generar estrategias contra el desperdicio orientadas hacia la gestión de alimentos dentro del hogar.
Ante la importancia de este tema, diferentes científicos de áreas diversas se han dado a la tarea de tomar el tema del desperdicio de comida como una problemática urgente a resolver, donde hay cuestionamientos que van orientados, por ejemplo, hacia las dinámicas: ¿Cómo se compra, se prepara y se consume la comida, de modo que se genera el desperdicio? ¿Cómo las personas deciden qué es comestible y qué se tira? ¿Cómo se gestionan las sobras de comida antes de que se conviertan en desperdicio? ¿Qué actitudes y percepciones tienen las personas ante las sobras de comida? Con todos estos cuestionamientos identificados y estudiados de manera sistematizada, el acercamiento hacia el tema del desperdicio de comida se ha intentado hacer desde una óptica multidisciplinar, en la que se analiza desde la manera en la que los sistemas de producción y consumo contribuyen u obstaculizan el desperdicio, hasta analizar desde una óptica más conductual por qué las personas generan desperdicios a partir de restos de comida que no se consumen, a pesar de no estar echados a perder o de que esto crea un déficit también en la economía del hogar. Por eso, resulta imprescindible adentrarse a las opiniones y representaciones que los consumidores tienen acerca de las sobras, porque a través de ello se ha observado que se pueden diseñar estrategias más adecuadas orientadas hacia el cambio conductual, para prevenir el desperdicio.
Cuando nos adentramos a estas representaciones (pensamientos, opiniones o creencias que las personas tienen), entendemos que el tema de las sobras es más complejo: muchas personas creen que las sobras están constituidas por comida que ha perdido todas sus propiedades de frescura para resultar apetitosas, o incluso, es un tema de simple y llano aburrimiento, por no querer repetir la misma comida “recalentada”, por ejemplo. Hay otras normas sociales que impiden la reutilización, por ejemplo, si se reciben visitas en casa no es bien percibido usar sobras de comida. En otras ocasiones, la apariencia cambiante de un sobrante lo hace menos apetitoso o bien, el desconocimiento sobre técnicas de conservación para que ese alimento sea inocuo.
Se ha identificado también que los factores sociodemográficos hacen una diferencia: las mujeres se sienten más incómodas desechando sobras de comida a diferencia de los hombres (probablemente por condicionamiento social) y los jóvenes son quienes menos dispuestos están a reutilizar las sobras. La reutilización, sin duda, requiere también de desarrollo de habilidades culinarias. Conocer las implicaciones de todos los factores alrededor del desperdicio de comida resulta entonces fundamental para poder diseñar estrategias e intervenciones que sean adecuadas para que los consumidores adopten diferentes maneras de evitar el desperdicio de alimentos.