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Opinión

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Preocuparse por la herencia y no por la sucesión

Muchos clientes y conocidos vuelven a externar preocupación con relación a las próximas elecciones. Los problemas que convergen de distintos ámbitos a un ambiente de polarización despiertan tal inquietud. Hay temor con respecto a la manera en que evolucione el proceso y que ello desemboque en problemas que traigan como consecuencia la inestabilidad de variables financieras e impacten de manera negativa el rumbo de la economía.

Soy un observador como todos en el tema político, pero lo que sí puedo construir es un escenario más o menos sensato de si es posible o no que haya una crisis que afecte a la economía y las variables financieras. He tenido que dividir mi razonamiento en dos partes, en esta primera describiré por qué considero que hay elementos que pueden prevenir un desajuste en variables financieras; en la segunda parte, analizaremos el importante reto que en materia financiera enfrentará el nuevo gobierno, y que sí puede tener consecuencias adversas en dicho tema.

Empezaré por recordarle la historia más reciente. En lo que va del siglo no hemos tenido transiciones de gobierno que hayan desestabilizado las principales variables financieras. En 2006, pese a la inestabilidad política hasta la toma de posesión, la inflación promedio de ese año fue 3.6% y la devaluación acumulada entre 2006 y 2007 alcanzó solo el 2.7 por ciento. En 2012, la promesa de un gobierno que movería a México dio como resultado también estabilidad en las variables, la inflación de ese año fue también inferior a 4% y la promedio 4.11%; el peso experimentó un movimiento de apreciación, el tipo de cambio frente al dólar bajó 7 por ciento.

En 2018, la inflación promedio fue 4.90%, en una tendencia de baja tras el “gasolinazo” de 2017, mientras que hubo una apreciación del peso de 2 centavos (de $19.67 a $19.65 por dólar), con todo y la entrada del nuevo gobierno, y sucesos aparentemente disruptivos como la cancelación del aeropuerto o el triunfo de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos.

Estos sucesos tienen una sólida base de explicación. Hay una estructura de ajuste de nuestra economía que permite que los choques en el exterior o las noticias adversas no se transmitan a las variables financieras sino a la tendencia de crecimiento.

Esta estructura está cimentada en: la disciplina fiscal, bajo endeudamiento con un manejo eficaz de la deuda, la autonomía del banco central, la acumulación de reservas internacionales y la consolidación de una economía de las más abiertas al comercio en el mundo con un esquema de tipo de cambio flexible.

Todos estos elementos siguen presentes. No importa qué escuche usted en los discursos, este gobierno en el tema financiero ha respetado las políticas neoliberales que favorecen a la estabilidad y gracias a ello, hoy:

a) En la segunda mitad del sexenio se tienen tasas de crecimiento del PIB alrededor del 3%, incluido la expectativa para este año.

b) Esto es resultado de el efecto favorecedor de la relocalización de la producción (Nearshoring) y de que no se modificó la estructura de apertura comercial y en especial se respeto el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica.

c) El flujo de divisas ha crecido sustancialmente a raíz de este fenómeno. Para darle una idea, el déficit de las cuentas externas en 1994 era de 7% del PIB, ahora no llegará al 2 por ciento. Gracias a la inversión directa, a las remesas y a este resultado, a México le sobran dólares.

d) No importa que la orientación del gasto público sea fuertemente criticable (ya hablaremos de ello en la segunda parte de esta colaboración), hubo una disciplina fiscal hasta el año pasado. El déficit público en 1994 era de 16% del PIB, este años cerraremos cerca del 5 por ciento.

e) EL nivel de endeudamiento hasta el cierre de este año aumentará de manera marginal, a cerca del 50% del PIB, pero nada comparable con los elevados déficit fiscales que vemos en todo el mundo, en especial en economías similares.

f) El Banco de México ha ejercido su autonomía para controlar el brote de inflación del 2022 y 2023, respetando su mandato único. Ahora vemos posiblemente el inicio de una tendencia de baja que ubicará a la inflación anual en este año de transición, también alrededor del 4 por ciento.

Como puede ver, es fácil enumerar argumentos para pensar que, gane quien gane, es muy probable que las variables financieras muestren de nuevo estabilidad en la transición. Es la expectativa que hasta el momento se refleja en las cotizaciones en los mercados.

Por el momento, no se preocupe por el episodio de sucesión, puede que los siguientes dos años tengan más elementos inquietantes.

*Rodolfo Campuzano Meza es director general de Invex Operadora de Sociedades de Inversión.

X: @invexbanco

perspectivas@invex.com

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