Lectura 3:00 min
Prioridades de los economistas agrícolas
En la entrega anterior mencioné que, en abril del 2017, el Consejo de Alimentación, Agricultura y Economía de los Recursos (C-FARE), en colaboración con la Asociación Estadounidense de Economía Agrícola y Aplicada, publicó un consenso acerca de los principales problemas de la sociedad actual que podían tener respuesta mediante la investigación de economía aplicada.
En la edición de marzo del 2018 de la revista Applied Economic Perspectives and Policy se estudiaron a profundidad posibles líneas de investigación para hacer frente a dichos problemas.
En esta columna expondré algunas de las aportaciones publicadas en tal edición.
Los investigadores Coble, Mishra, Ferrell y Griffin (2018) examinan los desafíos y las oportunidades que representan los macrodatos (big data) para la economía agrícola.
Afirman que los economistas aplicados manejan técnicas analíticas de big data y el análisis geoespacial para ayudar a mejorar las decisiones en la producción agrícola, ya que brindan información útil para el pronóstico del clima, el uso de sistemas inteligentes de irrigación, la estimación del rendimiento de los cultivos, la selección de cultivos y la predicción de enfermedades de estos.
Por otro lado, Will Martin (2018) argumenta que la amplia disponibilidad actual de datos tiene implicaciones importantes para la investigación en comercio internacional.
En especial, permite el uso de “modelos de gravedad” en los cuales se evalúan los impactos de la política comercial, la interacción entre los costos comerciales y las diferencias de productividades agropecuarias, en el bienestar, con especial énfasis en los países en desarrollo.
Por su parte, Khanna, Swinton y Messer (2018) señalan que el desarrollo agrícola sustentable requerirá de enfoques que permitan determinar cuáles son los mejores usos de la tierra y de un estudio de la adopción de tecnologías de conservación incentivadas por políticas rentables y fuerzas del mercado.
En este sentido, Lusk y McCluskey (2018) identifican problemas sociales emergentes relacionados con el consumo y la demanda de alimentos.
Por ejemplo, el marcado aumento de la proporción de consumidores urbanos y la desconexión de estos consumidores con las técnicas de producción.
Otros ejemplos incluyen la oportunidad y el riesgo que representa la creación de nuevos alimentos y de tecnologías agropecuarias; y los cambios en los patrones de alimentación de alimentos de bajo costo hacia alimentos saludables y frescos.
Los economistas agrícolas deberán estudiar cómo satisfacer las nuevas necesidades de los consumidores.
Entre las áreas prioritarias definidas por los economistas agrícolas estadounidenses destacan áreas que también son importantes para México.
Esto se debe a que los mercados agropecuarios y agroalimentarios de ambos países tienen una estrecha conexión. Por lo tanto, es importante rescatar muchos de estos temas para que en México también se produzca investigación económica aplicada al respecto.
Poner la investigación al servicio de los problemas que enfrenta la sociedad debería ser una máxima, la investigación nacional de economía agrícola tiene el potencial de contribuir a resolver algunos de los mayores problemas que la sociedad mexicana enfrenta actualmente.
*Jorge Lara Álvarez es subdirector de evaluación de programas en FIRA. La opinión es del autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA
jlara@fira.gob.mx